por Jean-Michel Guy
Considerada en su sentido más amplio, la manipulación de objetos es tan antigua como la humanidad. Limitada al ámbito del arte y al ejercicio de una habilidad experta e inusual, este concepto puede englobar la práctica de los instrumentos de música, la marioneta o la magia. En el ámbito del malabarismo, se la define como un juego con la gravedad, tal como es el caso de todas las artes del circo. Presupone que nada debe ser ocultado al espectador, a diferencia de la magia. Por último, se caracteriza por la no periodicidad de los movimientos que pone en práctica, a diferencia del malabarismo que es periódico.
Paul Cinquevalli fue considerado como el fundador de esta rama del malabarismo, al final del siglo XIX, pero se honró de mejor grado el nombre de su sucesor de los años 1920, Enrico Rastelli, aún considerado hoy en día el mayor malabarista de todos los tiempos.
El período actual parece ser el del cuestionamiento de este concepto, cuyas fronteras con la magia tienden nuevamente a desvanecerse o a ser empujadas hacia la dramaturgia o la manipulación psicológica. Del mismo modo, después de haberse estabilizado durante el siglo XX en torno a algunos objetos estándares tales como el diábolo, la bola de acrílico o el bilboquet, la manipulación retomó la muy antigua tradición de manejar cualquier tipo de objetos: juguetes, herramientas y utensilios cotidianos. Desplazó incluso la noción de objeto hacia la de materia: yemas de huevo, arcilla, viento…
Según el movimiento de las manos y la presencia eventual de un objeto-herramienta, ofrecería diversas variantes.La manipulación balística supone un lanzamiento, como en el caso del bumerán. El equilibrio prohíbe soltar mientras que la manipulación gráfica busca el dibujo de formas en el espacio. La manipulación diabólica, por su parte, emplea diábolos o palos del diablo, y el juego de destreza con objetos sostenidos en la mano, como el yoyó por ejemplo. El malabarismo contact, que consiste en mantener un objeto en equilibrio y hacerlo circular a lo largo del cuerpo, es una invención reciente, que le debemos al malabarista Michael Moschen.
Los nuevos materiales, la difusión de las innovaciones por Internet, el reconocimiento del malabarismo como un arte, el aumento del número de malabaristas, demuestran que la manipulación está en plena efervescencia y en constante renovación.