por Priam Pierret
El diábolo, juego y arte de variedad tradicional en China, está presente en la calle y en el teatro acrobático desde hace dos milenios, practicado generalmente por muchachas jóvenes.
Orígenes inciertos
Objeto recreativo proveniente de China entre el siglo I y el XI, se lo llamaba kouen-gen, o “aparato que hace el vacío” debido al aire que salía por los dos discos laterales en movimiento. Inmediatamente después de la Revolución, el primer kouen-gen, traído a Inglaterra, cruzó el Canal de la Mancha y tomó el nombre de “diablo” en referencia al silbido intenso y agudo, como “un jaleo del diablo”, que producía el aire sobre las ranuras en rotación.
La moda del juego del diablo conoció vaivenes durante el siglo XIX, con la aparición en los circos de los primeros artistas “diabolistas” europeos. En 1906, el ingeniero franco-belga Gustave Philippart (1861-1933) reinventó el objeto. Le otorgó a los cuencos su forma cónica y oficializó el nombre de diábolo, un juego de palabras entre “diablo” y el verbo griego “diabállô” dia - bállô, que literalmente quiere decir “lanzar a través de”. El juego se democratizó dando lugar a concursos en forma regular. Pero numerosos accidentes provocaron su prohibición en la mayoría de los espacios públicos así como una pérdida sensible de su notoriedad.
Precisión suiza, calidad alemana, plástico asiático
A fines del siglo XX, los mejores diábolos se fabricaban en Suiza y en Alemania, moldeados en materiales elastómeros resistentes e indeformables. Los escasos apasionados o los artistas de circo diabolistas desarrollaron nuevas figuras gracias a las innovaciones técnicas, entre las cuales figuraban palillos más cortos, fabricados en metal o en carbono, proveídos con un hilo saliente por su extremidad, lo que permitió una mayor estabilidad en el aire y la creación de numerosos lanzados de palillos. A su vez, un equilibrado muy preciso y cuerdas sintéticas permitieron alcanzar velocidades de rotación de más de 2000 vueltas por minuto conservando al mismo tiempo perfectamente el eje inicial – por medio del equilibrado de las fuerzas giroscópicas. Esto permitió figuras con dos diábolos más allá del simple carrusel – movimientos circulares de dos diábolos opuestos –, como, por ejemplo, el famoso remolino o captura del carrusel con una gran movimiento circular.
En los años 1990, estos nuevos repertorios fueron integrados en libros y en videos como Diabolo Folies, lo cual reanimó la fama del diábolo en Europa, a la vez como juego y como verdadera disciplina de circo, como arte del malabarismo. En Japón se innovó con la utilización de cuencos de plástico para reducir la fricción cuenco/cuerda y de rodamientos de bolas para impedir la desaceleración. El sitio web japonés DiaRhythm (2001) propone vídeos de nuevas figuras, y el artista japonés Ryo Yabe es el primer diabolista vencedor del concurso de la Internacional Juggling Asociation (2002, categoría Junior).
Diabología planetaria o la superación de lo imposible
En Francia, en 2002, los estudiantes ingenieros Priam Pierret, Jean-Baptiste Hurteaux y Sylvestre Dewa, reunieron a los más innovadores diabolistas franceses, incluyendo al artista de circo múltiple recordman Tony Frebourg, para crear Diabology, primer DVD que compila nuevas figuras con uno y dos diábolos y los primeros repertorios con un diábolo en eje vertical (vertax o excalibur), con tres y cuatro diábolos en el aire – con la teoría siteswap adaptada del malabarismo con bolas –, en passing, en dúo con cinco y seis diábolos, y sobre todo, con tres diábolos en una misma cuerda, algo que parecía imposible hasta aquí. En Alemania, al mismo tiempo, Lena Koehn enriqueció el repertorio de dos y tres diábolos y Roman Müller y Petronella von Zerboni, pusieron en escena el primer número de vertax en el dúo Tr'Espace.
Los recursos de internet, los convenios de malabarismos y la organización de freestyles y de battles (tipos de concursos provenientes de la cultura hip-hop), refuerzan a una comunidad creciente y abren las vías a nuevas exploraciones: figuras corporales y lanzamientos completos – diábolo único sostenido por el centro de la cuerda con las dos varillas lanzadas en rotación, transposición de repertorios con uno y dos diábolos respectivamente hacia los repertorios con dos y tres diábolos, vertax con dos diábolos, figuras con cuatro y cinco diábolos en el aire y cuatro diábolos en la cuerda, y passing con ocho diábolos en dúo.
En Taiwán, donde la cultura tradicional china se encuentra con la modernidad japonesa y donde el diábolo es un deporte obligatorio en la escuela, el colectivo M.H.D. forma a los jóvenes diabolistas en el más alto nivel tales como Lin Wei Lang, alias William Lin. Varios colectivos asiáticos fueron creados desde entonces. En numerosos países, diabolistas innovadores contribuyen al enriquecimiento del repertorio como en Francia, autodidactas tales como Guillaume Karpowicz, Etienne Chauzy, Robin Spinelli, Alexis Levillon, perpetúan la innovación a la francesa. En 2010, Nico Pires, radicado en Hong Kong, consiguió federar un centenar de diabolistas mundiales alrededor del proyecto Planet Diábolo, que reunió a estos nuevos repertorios en varias formas de compilación. La comunidad continua viendo su repertorio enriquecerse: uno y dos diábolos en Indiana (dos varillas en una mano y manipulación estilo látigo), dos diábolos galexy (un diábolo en el eje horizontal y otro en el eje vertical), tres y cuatro diábolos en la cuerda, salidas autónomas con cinco diábolos en la cuerda y seis diábolos en el aire, figuras en passing con cinco y seis diábolos, salidas en passing con nueve y diez diábolos). En quince años, el repertorio total de la disciplina pasó de un centenar de figuras a varios millares, realizando un ideal que parecía inalcanzable.
La belleza, simplemente
La extraordinaria complejidad – una muy fuerte entropía – del sistema diabolista/varillas/cuerda/diábolos, que funda la riqueza del repertorio de la disciplina, es ciertamente única en el conjunto de las disciplinas de las artes del circo. Enfrentada a un corpus tan amplio, la mayoría de los artistas profesionales establecidos hallan inútil ponerse al día para alcanzar ante el público, un poco perdido por la velocidad de los movimientos, el famoso efecto “waouh” esperado. Nos encontramos pues ante la situación absurda de una disciplina de circo cuyas extremidades técnicas de repertorio son mantenidas por una gran comunidad de jóvenes aficionados apasionados y no por los mejores profesionales. Salvo pocas excepciones, el caso de Tony Frebourg: profesional desde hace cerca de veinte años, quien sigue abriendo las vías del malabarismo aéreo con cuatro y cinco diábolos. Otros profesionales escasos, exploran nuevos caminos en el ámbito del circo contemporáneo. Combinan danza, acrobacia o magia o subliman los gestos más simples en coreografías milimetradas para presentarlos bajo una nueva luz. De esta manera Guillaume Karpowicz integra con gestos entrecortados, minimalistas, de una precisión extrema, micro lanzamientos y desplazamientos de un solo diábolo sobre su cuerda, creando un efecto gráfico absolutamente novedoso, simplemente muy bello.