Cronología del circo

por Pascal Jacob

La historia del circo moderno, iniciado durante la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra, se divide en cinco grandes períodos que corresponden a fases de desarrollo y están caracterizados por mutaciones artísticas y técnicas que le permiten a una Nación imponerse por sobre otras, en términos de expansión e influencia, más allá de sus fronteras. El primer período es naturalmente inglés. 

1770-1830: Los pioneros

Entre 1770 y 1830, los pioneros de esta aventura, Philip Astley (1742-1814), Charles Hughes y John Bill Ricketts eran ciudadanos británicos. Implantaron respectivamente el circo en Francia, Rusia y Norteamérica. Los empresarios no bastaron obviamente por sí solos para marcar simbólicamente un período en el cual los artistas también contribuyeron a definir y singularizar: las contribuciones de Andrew Ducrow, jinete de excepción, fueron esenciales para la formalización del repertorio ecuestre. Philip Astley hizo una primera incursión en París en 1774. Se instaló allí por largo tiempo a partir de 1782 con su hijo John (1767-1821) construyendo el primer circo estable de la capital bautizado “Anfiteatro Anglois”. Un aventurero italiano, Antonio Franconi (hacia 1738-1836), se instaló a su vez después de haber organizado combates de toros en Lyon. Fundó la primera dinastía del circo francés y sus hijos Laurent (1776-1849) y Henri alias “Minette” (1779-1849), desarrollaron el repertorio de los ejercicios ecuestres.

1830-1880 : El triunfo de la equitación francesa

El segundo período, que se extendió desde 1830 hasta 1880, vio nacer el triunfo de la equitación francesa. Andrew Ducrow falleció en 1842 y el circo inglés se extinguió con él. El circo francés, llevado por grandes empresarios tales como Louis Dejean brillaba en toda Europa. François Baucher se convirtió en el jinete más grande de su tiempo y la construcción del Circo de los Campos Elíseos en 1841 influyó sobre el desarrollo de los circos estables a través de toda Europa. En algunas décadas, todas las capitales y numerosas ciudades del viejo continente se proveyeron de edificios a veces muy imponentes. En Francia, el empresario Théodore Rancy construyó varias decenas de circos de madera y algunos edificios de piedra.
En 1859, Jules Léotard, de Toulouse, creo La Course aux trapèzes, la matriz del trapecio volante, mientras que Louis Soullier viajó a Asia. Las jinetas Pauline Cuzent, Emilie Loisset, Caroline Loyo, hicieron triunfar el encanto y la excelencia de la equitación francesa sobre las pistas de las capitales europeas e impusieron la imagen de un circo romántico y elegante, para el cual la llegada de las tres pistas yuxtapuestas en Norteamérica, fue el inicio de su declive.

 

1880-1930: Desmesura y exageración de la hazaña

El tercer período comenzó con el nacimiento del primer elefante sobre el suelo norteamericano: una anécdota que va tomar las proporciones de un seísmo y a anunciar los grandes cambios venideros.

Dos naciones compartieron este intervalo decisivo que se extendió entre 1880 y 1930: Alemania y Norteamérica dominaron el mundo del circo inoculando a la vez, el veneno del exotismo y el gusto por el gigantismo de una forma ecuestre y acrobática, más focalizada en su academicismo que en su atractivo. Los hermanos Hagenbeck proveían al planeta entero con criaturas salvajes desde sus depósitos de animales de Hamburgo mientras que Phinéas Taylor Barnum presentaba al circo, en una lógica de exageración de la hazaña y desmesura de sus instalaciones. Decenas de empresas gigantes surcaban los Estados unidos, imitadas luego por sus homólogos europeos: Krone, Sarrasani, Gleich o Kludsky alinearon a su vez las famosas tres pistas que hicieron la gloria de las carpas del otro lado del Atlántico. La crisis de 1929 puso un término brutal a lo que algunos consideraron como la edad de oro donde el exotismo competía con el esplendor de las presentaciones y con el gigantismo de los espacios de representación. 

 

 

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1930-1990: El apogeo del circo soviético y la llegada del Nuevo circo a Francia

El último período también es dual: comienza en 1930 con el egreso de la primera promoción de la Escuela del Arte del circo de Moscú, abierta en 1927 y que terminó en 1991 con el estallido de la Unión Soviética. Mientras tanto, a partir de los años setenta, se abre un período de renacimiento de las artes del circo en Francia: es un tiempo en que se esboza y se formaliza otro circo que va a extenderse hasta 2010.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el circo soviético inició un proceso de desarrollo extraordinario: asimilados a sólidos vectores de propaganda cultural, acróbatas, payasos y domadores actuaban en el mundo entero, llevando los colores de la excelencia brindada por un sistema de formación riguroso. El apogeo del circo soviético se situó en los años setenta, aproximadamente al mismo tiempo que surgió en Occidente una corriente artística alternativa: el Cirque Bonjour (1971), la Compagnie MaripauleB-Philippe Goudard (1974), Roncalli (1976), el Circus Oz (1978), el Cirque Aligre (1979), el Cirque Barbarie-cirque de femmes (1982), le Puits aux Images (1983), el Cirque Plume (1983), el Cirque du Docteur Paradi (1985), Archaos-cirque de caractère (1986), el Théâtre équestre et musical Zingaro (1984), el Cirque Baroque (1987), el Cirque Eloize (1993) o el Cirque du Soleil (1984) que constituyeron la vanguardia de “otro circo”, abocado en integrar sentido y narración en la integración de las proezas a un concepto global. Esta riqueza artística fue apoyada por el desarrollo de las escuelas: de allí en más, las bases de la acrobacia serían estudiadas al igual que las ciencias o las lenguas extranjeras y estos espacios de formación fueron poco a poco convirtiéndose en prescriptores de formas y estéticas.

 

Mientras que 1991 marca la desintegración de la Unión Soviética y el fin de una época gloriosa, Francia ya ha tomado el relevo, fomentando y haciendo resplandecer las artes circenses gracias a una red cada vez más importante de escuelas de ocio, preparatorias o superiores, como Centro Nacional de Artes Circenses de Châlons-en-Champagne y la Academia Fratellini. En este Renacimiento artístico destacan también la Escuela Nacional de Circo de Montreal y la Escuela Superior del Circo de Bruselas. Estas instituciones, formadoras e instigadoras, se unen en una federación europea que contribuye a definir el circo de hoy. En 1995, con motivo del décimo aniversario del Centro Nacional de Artes Circenses de Châlons-en-Champagne, el coreógrafo Joseph Nadj pone en escena El grito del camaleón, espectáculo de la séptima promoción de este último centro que marca el nacimiento del circo contemporáneo. Ahí donde las compañías se inspiraban en las fuentes de la ironía, la nostalgia o la contestación, revisitando las referencias y los códigos de la tradición, los partidarios de las generaciones siguientes definen el circo en relación con el mundo, menos preocupado por su historia y más proclive a cuestionarse sobre sus raíces. El desarrollo de las creaciones mono disciplinarias ofrece a la mayoría de las técnicas, fagocitadas por el circo del siglo XIX, una nueva existencia mucho más adecuada a su independencia original.

El Théâtre du Centaure  (1989), Armo-la, la compañía de Jérôme Thomas (1992), los Arts Sauts (1993), Les Colporteurs (1996), La Compagnie XY, Six pieds sur Terre (2006), Rasposo (1987), Le Cirque Inextrêmiste (1998), La Compagnie du Hanneton (1999), La Compagnie 11-Aurélien Bory (2000), Un Loup pour l’Homme, MPTA-Mathurin Bolze (2001), Les Septs Doigts de la Main (2002), Race Horse Company (2008), Le Cirque Roux (2013) y otros más singularizan otra relación con el cuerpo, la narración y los aparejos circenses, privilegian el arte ecuestre, el trapecio, los juegos malabares, el cable tenso, la acrobacia, o crean espectáculos proteiformes en los que el mestizaje de las técnicas remite al mosaico de los orígenes. A partir de esa época los artistas experimentan, trascienden y vuelven a apropiarse de un vocabulario milenario para adaptarlo a su visión del mundo y a su deseo de expresar su diversidad y sus asperidades.