M A L A B A R I S M O
 

El malabarismo

Lanzar y recoger objetos con habilidad, confiriéndoles un movimiento periódico… todos tenemos en mente la imagen de tres bolas blancas que cruzan sus trayectorias, dibujando una figura con forma de ocho acostado, de símbolo del infinito, de una cascada. La cantidad de objetos puede variar, el número de malabaristas también, los objetos lanzados pueden ser del mismo tipo – malabarismo dicho simétrico – o no. Virtualmente infinito en una computadora  y limitado únicamente en el mundo físico por la potencia muscular del malabarista, es matemáticamente calculable.

Formas

El malabarismo puede practicarse hacia arriba. Se trata del malabarismo aéreo. Todo objeto que pueda ser lanzado y recuperado se presta a su ejercicio: bolas, mazas, aros, pañuelos, muñecas, flores o alfombras. Hacia abajo, es llamado  malabarismo de rebote, con pelotas de goma o de silicona. A veces los objetos se encuentran suspendidos, se habla entonces de malabarismo pendular. El arte no consiste ya en evitar la caída sino en impedir que se entrechoquen.

Por último, el malabarismo horizontal impone no dejar “morir” el movimiento impreso en objetos que ruedan o giran en el suelo.

 

Manipulación de objetos

La manipulación de objetos consiste en manejar con destreza uno o más objetos. Pero el equilibrio de un objeto en un punto del cuerpo o su recorrido a lo largo del cuerpo, define al malabarismo de contacto y el lanzamiento de cuchillos o del bumerán, remite a la balística. En la manipulación “diabólica”, con bastones del diablo, diábolos o cajas de cigarros, un objeto permanece en la mano, mientras el otro es lanzado y voltea. Los juegos de habilidad con yoyó, lazo o bilboquet no implican soltar el objeto. El antipodismo, por último, es el arte de los malabaristas acostados que hacen girar objetos con sus pies.

El malabarismo

Mucho tiempo, se definió al malabarismo por medio de su contrario o su vertiente desagradable y sin embargo inexorable: la caída. Esta no expresa solamente una ley física sino que también reviste connotaciones simbólicas, generalmente negativas.

Todo malabarista, incluso experimentado, puede soltar sus objetos “por descuido”. Tabú durante siglos, la actitud frente a la caída, la vergüenza, indiferencia o rabia, es en adelante reconocida desde los años 1980 como esencial al malabarismo y susceptible de un enfoque artístico, pretexto para innovaciones mayores.

 

Puntos de referencia

Vivaz, la manipulación de objetos no periódica se arraiga en gestos inmemoriales como los hábiles lanzamientos de los pescadores con red o los “malabarismos” de los pizzaiolos y de los futbolistas. Pero el malabarismo, manipulación periódica de objetos, esta fechado: ciertas mujeres hacían malabarismo en Egipto hace 4000 años. El malabarismo figura en todas las épocas, con distintas funciones, lúdicas, militares o religiosas. Toma otro sentido con la aparición del circo moderno en 1768, con las revoluciones sucesivas del malabarismo de aficionados y con el Nuevo circo

Figuras

Emancipado, el malabarismo impone otra mirada. A partir de 1850, su historia se escribe como una sucesión hagiográfica de talentos. Elegante, de un virtuosismo sin falla, Enrico Rastelli marca definitivamente la evolución de la disciplina. El minimalismo de Bobby May, la dimensión coreográfica de Francis Brunn, la tecnicidad pura de Serguei Ignatov luego de Anthony Gatto, la creatividad poética de Michael Moschen y de Jérôme Thomas o la conceptualización del movimiento en el corazón del trabajo de Phia Ménard son hitos posibles de su historia.

M A G I A
 

Los primeros magos

La magia, del griego mageia, declinación del magus persa, es una disciplina singular que torna permeables las fronteras entre espectáculo y misticismo.

Basada en ritos mágicos que desafían las leyes naturales, se desarrolla desde la Prehistoria, ilustrada sobre las paredes de tumbas egipcias. Constan testimonios en China antes de nuestra era, se debilita en Occidente a causa de la  Inquisición.

Este arte de la destreza heredado del jugador de piedrecillas de Alcifrón o de los malabaristas indios alcanza su auge moderno en los salones del siglo XVIII.

 

Magia y física

El surgimiento de los gabinetes de física en el siglo XVIII, entre barraca de feria y tienda, cautiva la curiosidad científica del tiempo. Las experiencias realizadas por medio de instrumentos trucados simulan la revelación de nuevos principios físicos y misterios esenciales, bajo una forma dramatizada que enciende la imaginación.

Los secretos de Comus, principal “físico” oficial, revelados por Guyot en un escrito que dio la vuelta a Europa, generan vocaciones para un arte de la “recreación” ennoblecido luego en el marco de los salones.

 

Escenarios de la magia

El primer sitio mágico es la calle ocupada por el hábil escamoteador. Luego, en los salones, la alta sociedad se reúne para descubrir trucos y otras recreaciones, basadas, en particular, en efectos ópticos. Los teatros de prestidigitación los suplantan con un despliegue de grandes ilusiones, cuya dimensión misteriosa crece con la distancia entre el mago y su público.

En el cabaret o en una pista de circo redonda, la atracción requiere una puesta en escena adaptada, para preservar los secretos y adornar los efectos.

 

Grandes illusiones

En el siglo XIX, espejos y juegos de sombras son puestos al servicio de un teatro romántico poblado de fantasmas. De este extraño universo surge el escapismo, un arte de la evasión en el cual el mago es un héroe amordazado, la levitación, una experiencia inédita donde los cuerpos parecen flotar por encima del suelo o el Baúl de las Indias, una atracción genérica donde se encierra a víctimas designadas en cajas atravesadas por cuchillas afiladas. Un repertorio crudo de fantasías macabras, se desarrolla a partir de los años 1920, apoyado en particular, por la llegada de las películas de terror.

Magia nueva

Movimiento artístico contemporáneo, la Magia Nueva reúne unas sesenta de compañías a través del mundo. Iniciada en Francia en 2002 por Clément Debailleul, Valentine Losseau y Raphaël Navarro, se enriquece rápidamente con un repertorio de autores variados que instauran el desequilibrio de los sentidos y el desfase de lo real en el centro de los desafíos artísticos. La magia se afirma entonces como un lenguaje autónomo en la encrucijada de las artes, abierta a múltiples colaboraciones con el circo, la danza, el teatro, la marioneta y las artes plástica o digitales.

Grandes figuras

Del mago Djédi en el siglo XII a los contemporáneos David Copperfield, escamoteador de avión, o Siegfried and Roy que materializan fieras a porfía, pareciera que la mitificación de la personalidad fuera el verdadero secreto de los grandes magos más que la mecánica del misterio. En el Siglo de las Luces, el “Caballero” Pinetti reaviva el lado oscuro de la magia. En el siglo XIX, Bosco dramatiza el juego de los cubiletes de los orígenes y Robert-Houdin brinda una prestidigitación creativa y pura. En el siglo XX, el minimalismo del inglés Cardini sucede a los fastos con motivos orientales del norteamericano Chung Ling Soo, y en este universo sofisticado perdura el recuerdo de Houdini, campeón del escape bruto.

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