por Pascal Jacob
Sobre la curva perfecta de un cráter griego, un aro parece avanzar con la misma simplicidad que si rodara sobre el suelo. Una silueta masculina le da el impulso necesario para crear esa sensación casi mágica de un objeto dotado de vida propia. Este concepto de libertad concedido a un accesorio, a priori inanimado, es fundador de la fascinación experimentada por el espectador hacia movimientos regulares y concéntricos generados por la mano de aquella o aquel que los dirige.
Considerado como un juego, numerosas ilustraciones del siglo XIX muestran niños propulsando un aro por medio de una varilla, acompañándolo y corriendo a su lado. En los años 1930, el norteamericano Howard Nichols fue el primer malabarista que combinó este juego de aros con composiciones de malabares. Algunas décadas más tarde, Bob Bramson encarnó con una increíble elegancia la figura del mago de los aros, que es capaz con un rápido y hábil impulso de muñeca, de dar vida a sus accesorios de formatos poco frecuentes. Lo que fascina y deslumbra a los espectadores, es la facilidad con la que los aros se deslizan, giran sobre su eje y vuelven a la mano de Bob Bramson. Mezclando composición, contacto, rebote y planitud con la misma destreza, presentó hasta en 1996, un acto rebosante de energía que concluía con una secuencia de “ordenamiento” donde los aros regresaban casi espontáneamente dentro de una pequeña caja colocada en el centro del escenario o de la pista.
Bob Bramson cuenta con una fluidez ejemplar que Alexandra Savina, formada en la escuela de Circo y Variedades de Kiev, retomó por su cuenta la manipulación de aros, del mismo diámetro, con una facilidad asombrosa. Los dirige a la vez en el suelo y sobre su cuerpo, creando así una propuesta técnica y coreográfica virtuosa. Este concepto de movimiento coordinado y controlado es también perceptible en una secuencia de Magia Nueva, en la cual algunas decenas de bolas equipadas con una luz integrada y hábilmente propulsadas en la oscuridad, crean la ilusión de una multitud de círculos concéntricos suspendidos entre cielo y tierra. En la intersección de las prácticas, si bien Notre vie de Colas Rouanet integra la planeidad en la elaboración de las secuencias de malabarismos con una perfecta fluidez, Kosm, espectáculo creado en 2012 por La Tournoyante Production, explora de una manera diferente la relación cuerpo-objeto y multiplica las combinaciones a partir de ruedas y aros propulsados o manipulados. En 2007, Gulko crea a Moby Incarcéré, un espectáculo de la compañía Cahin-Caha donde manipula esferas en el centro de un cráter, una manera de jugar con el espacio dibujando constelaciones fugitivas e integrar la superficie como otro soporte de actuación.