por Pascal Jacob
Pequeño objeto de forma esférica o cónica, suspendido a un hilo que permite detectar las ondas por sus oscilaciones, el péndulo es una herramienta de adivinación. Este movimiento singular fue investigado a partir del siglo XVI en Florencia, pero fue el físico francés Léon Foucault (1819-1868) quien puso en evidencia el principio de rotación de la Tierra, amarrando su péndulo bajo la cúpula del Panteón en 1851. Esta trayectoria “pendular” inspiró al malabarista Jörg Müller para la creación en 1994 de Mobile, una secuencia de manipulación a partir de cinco tubos metálicos, de longitud diferente, suspendidos de un único punto de enganche a varios metros de altura. El ambiente sonoro, concebido como una partitura intuitiva, era producido por los propios tubos. Los sonidos que producían al ser chocados o rozados por el manipulador lo transformaban en un extraordinario instrumentista, daban ritmo al desarrollo y a la estructura de la obra. La propuesta fue vertiginosa, por la cantidad de posibilidades que ofrecía tanto a nivel técnico como gráfico, pero modificó sobre todo el conjuro del malabarismo que tendía a evitar la caída para desplazar el virtuosismo hacia otro plano.
El reto que plantea el malabarismo pendular es en este caso la noción de evitación, asumiendo el control sobre los objetos para impedir que se entrechoquen. En Universe, un número creado por Viktor Kee para Viktor Moiseev, este asume una percepción mágica de la manipulación, haciendo malabares de manera horizontal, con esferas rojas que lo envuelven y que propulsa en un remolino hipnótico. Este concepto de invisibilidad de las herramientas influye en la fuerza de la propuesta de Ehrlich Ocampo, una síntesis entre acrobacia, danza y manipulación de bastones luminosos, extrañas luciérnagas verticales que parecen a la vez evitarlo y obedecerle.
Pretexto para la escritura de un espectáculo o de una simple secuencia, el malabarismo pendular está a veces integrado en el repertorio de algunas compañías tales como Kervan Cie que lo utiliza como un paréntesis poético en el corazón de una sucesión de propuestas acrobáticas, coreográficas y espectaculares. Es también el caso en Magnétic, creación de Jérôme Thomas para cuatro malabaristas, en la que la manipulación pendular contribuye a la magia visual de una obra notable.