El malabarismo de rebote

por Pascal Jacob

Simbólica y técnicamente, el rebote es una variación del epostracismo griego. La piedra que “hace la rana” y salta más y más aún sobre la superficie del agua es un pariente cercano de la pelota que choca contra el suelo y regresa a la mano de aquella o de aquel que la domina, y es precisamente en este dominio que se inscribe el virtuosismo de este tipo de manipulación. El primer malabarista que aprovechó y jugó con esta facultad propia de un objeto de poder rebotar “bajo control” fue el norteamericano L. A. Street a principios del siglo XX. Desarrolló un repertorio inicial de figuras, incentivado por el material de sus pelotas,un caucho a la vez flexible y sólido que rebotaba perfectamente sobre una superficie dura. 

 

Las propiedades de la hevea se conocen desde hace siglos y fue utilizada, en particular, por los pueblos amerindios que la conocieron, la cultivaron y la veneraron. Importada a Europa en el siglo XVIII, se la introdujo en múltiples utilizaciones, inclusive en la composición de pelotas de goma, propicias para la manipulación y… el rebote. La materia condiciona de hecho la evolución de esta disciplina y las innovaciones técnicas, desde las siliconas inventadas por J. F. Hyde en 1938, a la Super bola, un juguete de goma sintético creado en 1964 por el químico Norman Stingley, favorecieron el desarrollo de esta manipulación. Algunos juegos de pelota, tales como el jokari o la pelota vasca se fundan sobre el principio del rebote, pero permanecen muy vinculados a una práctica deportiva. Los Towa, los Garzoni o la malabarista Luli Perezoff constituyen el equivalente de los pioneros de la disciplina, en particular, asociándole efectos sonoros. La técnica ganó definitivamente en visibilidad y se desarrolló a principios de los años 1980 con las investigaciones aplicadas de Michael Moschen, a partir de estructuras triangulares que ofrecieron posibilidades infinitas de trayectos.

 

 

Esta nueva dinámica a la vez visual, performativa y poética abrió la vía a varias generaciones de malabaristas que se apoderaron de sus códigos para superarla mejor. Al zigzaguear entre algunas decenas de pelotas sobre patines antes de apoderarse de ellas para realizar secuencias de rebote, el Ucraniano Katya Nikiforova modificó la percepción de la disciplina. Puede también tratarse a veces de una vuelta a la pureza orgánica del rebote, a partir de una simple placa de mármol y de una destreza notable, pero también de una complejidad asumida, generando estructuras de formas geométricas. ¡Un centro de aprendizaje en Etiopía permite a jóvenes malabaristas iniciarse a la técnica de las pelotas con rebote de notables resultados! Es un principio casi generacional que favoreció la aparición de decenas de malabaristas, muchachos y muchachas, capaces de controlar, y a veces mucho más, la complejidad de las trayectorias y combinaciones. En solo o en dúo, artistas como Girma Tsehai y Melaku Lissanu, este último a veces asociado con una joven malabarista bajo el nombre de Mela y Nunyat, actúan en Europa y encarnan una corriente inédita en la difusión y la popularización del rebote. Las presentaciones son clásicas, casi formales en su construcción y su aplicación, pero hay por momentos un dejo de humor para romper la repetición de las actitudes y de la gestualidad. En cambio, el humor asumido caracteriza el trabajo de malabaristas como Emile Carey oriundo de Quebec, los Triplex, de Toulouse, la Australiana Odette Robbins o el Sueco Johan Welton, este último actuando también en la calle con una labia inagotable.

 

 

La técnica del rebote toma a veces el aspecto de una odisea: la Compañía Nacional de China desarrolló un número de una complejidad inaudita a partir de una estructura monumental que se dobla mecánicamente repetidas veces, dando lugar a la aplicación de un vocabulario técnico impresionante. Cuatro malabaristas, tres muchachas y un muchacho, multiplican las combinaciones y juegan con efectos de luz negra, ofreciendo una demostración de virtuosismo puro. Este concepto de hiper tecnicidad puede también apreciarse a la inversa, en una secuencia muy fuerte del espectáculo Risque Zéro, creado por la compañía Galapiat, donde cuatro malabaristas propulsan pelotitas de tenis de mesa con la boca, multiplicando los passings y los rebotes sobre una superficie de madera, orientada en función de las necesidades de la obra. Una manera de integrar el rebote en una perspectiva teatral y de introducirlo al servicio de una intención artística, tal como es el caso con la secuencia del espectáculo del Cirque Plume L’Atelier du peintre, creado por el artista oriundo del Lido de Toulouse Tibo Tout Court. 

 

 

Entrevista