Orígenes

por Jean-Bernard Bonange y Bertil Sylvander

El payaso mediador o payaso trabajador social, heredero de la tradición del bufón y del augusto con nariz roja, ocupa desde hace treinta años, un recorrido oblicuo fecundo, en el ordenado tablero de la realidad social, abriendo un espacio de ficción lúdica allí donde los hombres viven, trabajan, sanan, sufren o se conocen. Puede considerárselo como un resurgimiento moderno de la variedad de personajes cómicos y fuera de lo común que ocupan un lugar singular en las sociedades humanas.

Referencias antropológicas

Investigadores en diferentes campos concuerdan al identificar las características de estos “artistas de resonancia profunda” (Martín1) presentes en numerosas sociedades y períodos de la historia. Este desfile de comediantes da fe de una profunda inventiva artística y social, en un registro paródico, crítico y regenerador del cual el payaso social parece ser el heredero. Revive la tradición del actor improvisador en contacto con la vida social, cuyo único amparo radica en la apariencia que le va a dar a su personaje: la máscara del payaso, es decir, los signos del arte del payaso, que protegen a la persona del actor y al mismo tiempo liberan su actuación.

 

Los cómicos rituales

Los etnólogos han descubierto en diferentes continentes personajes cómicos que provocan la risa durante las ceremonias rituales. A veces se les llama payasos sagrados en referencia a los payasos europeos2 o bufones sagrados o bufones ceremoniales. Son “personajes ceremoniales cuyo extraño atuendo y bromas pesadas provocan risas en el público”. Se los ha comparado con los Tricksters, misteriosos personajes míticos que tenían una función de “violadores imaginarios de tabúes” y “son los agentes evocadores de una experiencia fundamental y contradictoria, que genera situaciones dramáticas”. (Levi Makarius 3)

 

 

El Loco
En la Edad Media y el Renacimiento, los Locos (o Fols) ocuparon un lugar prominente en la escena cómica que rodeaba al poder. Los Locos del Rey se convirtieron poco a poco, en profesionales del espectáculo, de la risa y de la impertinencia como lo son, hoy en día, los payasos de la pista. Pueden ser considerados los antepasados del payaso trabajador social. En este dispositivo, el cuestionamiento del poder pasa por la mediación de la actuación y la convención de la locura del bufón, “es el prototipo de payaso en los confines de la sabiduría y de la locura, de lo trágico y lo burlesco, de lo sublime y lo irrisorio” (Simon4). Estas características permanecerán en la evolución del payaso a partir desde el siglo XVI. En la escena teatral, en el circo, en una reunión profesional o en el hospital, el payaso es ante todo, literalmente, un excéntrico.

 

El renacimiento de la irreverencia

Durante el siglo XX, el trabajo del “payaso con nariz roja” se convirtió en una de las bases de la formación de actores. La Escuela Lecoq, fundada en 1956 en París, creó un enfoque de trabajo llamado “la búsqueda del propio clown (paysaso)” que ha marcado a muchos creadores de las artes escénicas. Esta orientación fue desarrollada ulteriormente por compañías que combinaban la formación artística y un imperativo de autenticidad – como el Bataclown a partir de 1980 – en talleres abiertos a los actores y no actores (Augusto Boal5), con la exigencia de basar la excelencia del personaje en la autenticidad del actor (Bonange, Sylvander6).

Este renacimiento del trabajo del payaso tuvo lugar en el contexto sociopolítico de la década de 1970, con un deseo de libertad que hizo estallar la rigidez de las convenciones sociales y puso de manifiesto la crítica política de la función ideológica del arte y del teatro. Podemos mencionar al Grand Magic Circus de Jérôme Savary o el Théâtre du Soleil de Ariane Mnouchkine, el Living Théâtre, el Bread and Pupett o el Teatro Odín... Estas compañías basaron su lenguaje teatral en el trabajo corporal y la crítica política y social. El cuestionamiento de los dogmas académicos y el elitismo social quebró los límites entre el teatro, la política y la psicología, entre danza, mimo, teatro y circo, entre voz, cuerpo e imaginación, entre mitologías, cuentos y repertorio dramático.

El payaso aparece como la figura de esta proliferación transversal de disciplinas de la cual han surgido numerosas compañías de teatro callejero, pero también humoristas o payasos tales como Raymond Devos, Bernard Haller, Coluche, Rufus, Les Macloma, Jango Edwards... o compañías de payasos que actúan en festivales especializados. Uno de los primeros en Francia – el Festival Clown de Montorgueuil – había reunido en enero de 1980, a Los Payasos de Prato, Motusse y Paillasse, La Klown Kompagnie, Le Cirque Théâtre d'Alberto, Le Bataclown...

Este avance del payaso de teatro se prolongó hasta el circo contemporáneo y en las formaciones de artistas circenses. El payaso trabajador social es un resurgimiento de la irreverencia y de la transgresión en una sociedad conservadora y conformista. ¡En la misma época en que apareció el humor provocador de los cantantes y dibujantes, donde grandes precursores se han distinguido, desde Pierre Dac y Francis Blanche a Boris Vian y Georges Brassens! Anne Ubersfeld7 indica que el bufón dejó la “historia” para entrar al “teatro”. Después de la desaparición del bufón bajo el absolutismo de Luis XIV y su prohibición bajo el Imperio, el payaso de intervención social se convirtió en el siglo XX en una nueva figura del Loco del Rey. Regresó “a la historia”.

 

 

1. Serge Martin, Le Fou, Roi des théâtres [1985], L'Entretemps, Collection Les voies de l'acteur, 2015.
2. La mayoría de las obras de estos etnólogos datan de principios del siglo XX, momento en el que el payaso de circo alcanza su apogeo.
3. Laura Levi Makarius, Le sacré et la violation des interdits, Payot, 1974.

4. Alfred Simon, La planète des clowns, La Manufacture, 1988.

5. Augusto Boal, Jeux pour acteurs et non-acteurs. Pratique du théâtre de l'opprimé, La Découverte, 1991.

6. Bertil Sylvander, Jean-Bernard Bonange, Voyage(s)s sur la diagonale du clown. En compagnie du Bataclown, L'Harmattan, 2014.
7. Anne Ubersfeld, Le roi et le bouffon, Corti, 1974.