Los saltos acrobáticos

 

El arte de saltar

por Pascal Jacob

 

Como modo de desplazamiento de numerosos animales, el salto es una manera de propulsarse de un punto a otro para escapar, protegerse o atacar. Los ritos de imitación de los primeros cazadores para apropiarse del espíritu y del andar de los animales que deseaban perseguir, fueron la primera etapa para ampliar y codificar las aptitudes de los miembros del grupo más rápidos, más potentes y más ágiles. Saltar de un árbol a otro, cruzar un curso de agua de un salto, atravesar un precipicio sobre un tronco caído o con lianas trenzadas, son las premisas inconscientes de la acrobacia. Estos gestos y posturas, vinculados a una necesidad, fueron evolucionando progresivamente hacia una dimensión sagrada, antes de fundar bajo el reino de la dinastía Han, la parte fundamental del repertorio de la acrobacia profana. Implícitamente vinculado a la idea de superación, de ampliación y de abandono de los límites, el salto formalizó muy rápidamente la estructura del movimiento espectacular.

 

Codificar para saltar mejor

Sin duda, no es casualidad que el primer Tratado de Acrobacia que se conoció, publicado en París en 1599 y realizado por el Italiano Archangelo Tuccaro, primer saltarín del Rey, se intitulara Trois Dialogues de l'exercice de sauter et voltiger en l'air. Pretexto para competiciones en el siglo XIX, fue uno de los principales artificios del circo. El Salto mortal o salto mortale es una terminología sin ambigüedad que refuerza la dimensión mortífera de la ejecución de una actuación incansablemente trabajada y llevada a su mayor complejidad. Paloma, salto de gato, de mono, flic flac, volteado, carpado, tracassé (salto mortal hacia atrás con desplazamiento hacia adelante): las referencias de la animalidad son recurrentes y refuerzan el lazo con los orígenes cinegéticos y rituales de la acrobacia. El salto, principio de propulsión humana común, fue una fuente de inspiración evidente para desarrollar trampolines, cojines y batudas, soportes mecánicos para multiplicar las posibilidades acrobáticas y aumentar el impacto de un impulso controlado hasta la realización de un repertorio particular. La etapa siguiente consistió en propulsar siempre más lejos y siempre más alto a acróbatas obsesionados por el vuelo y su recepción en una red, sobre una barra o sobre una colchoneta. Báscula, columpio, barra rusa son el resultado de esta apetencia multimilenaria por el salto en el vacío y las sensaciones que este procura de los dos lados de las gradas: fascinación, angustia y admiración.

 

 

Técnicas

por Denis Hauw

 

Los saltos se vuelven acrobáticos a partir del momento que un vuelo, que se obtiene jugando con la gravedad es utilizado para producir un efecto espectacular como una inversión, una figura, o también un cruce insólito… Esta definición consensual es inevitablemente reduccionista, teniendo en cuenta el carácter multiforme de los saltos acrobáticos.
¿A qué se debe esta pluralidad? Citemos sin ser exhaustivos, cuatro elementos clave:
Los espacios. Saltar tomando apoyo sobre superficies cuya orientación puede variar desde lo horizontal (el suelo) hasta lo vertical (la pared en la cual nos apoyamos para realizar un salto hacia atrás), dirigiéndose hacia arriba, hacia abajo, al frente y hacia atrás (como lo demuestran los acróbatas urbanos);
Los apoyos cooperativos adicionales. Saltar utilizando aparejos o personas que amplían la amplitud del vuelo (el trampolín, la báscula, la barra rusa, uno o más portores) o bien que reducen los riesgos (fosos de recepción);
Las extensiones de cuerpo. Saltar acoplando el cuerpo con instrumentos que constituyen verdaderas prolongaciones del mismo, como es el caso del freestyle motocrós (FMX) o del Kitesurf;
Los efectos contemplados. Saltar como un gato, rebotando, extrayéndose de la gravedad con potencia y deteniéndose neto en la recepción como los gimnastas o por el contrario, dando una impresión de fluidez enlazando una acción con otra sin quiebre, como los esquiadores sobre las pistas nevadas. 

 

 

Estas posibilidades múltiples actualizan de una manera específica las técnicas corporales que se pueden describir a partir de los tres puntos clave siguientes: un impulso, un vuelo, una recepción.

Impulso

El impulso construye la forma del salto a través de un conjunto de acciones que se realizan hasta el instante en que el acróbata se desprende del suelo. Se trata de utilizar las posibilidades de predisposición del organismo para saltar. El impulso consiste principalmente en poner el cuerpo en tensión, tensión que será “devuelta” por la interacción con la superficie de apoyo. El vuelo, es decir, la iniciación del salto, se torna entonces posible. Esta puesta en tensión moviliza acciones del conjunto del cuerpo: en la mayoría de los casos pueden ser una extensión de los miembros inferiores, pelvis bloqueada en retroversión para reunir la parte inferior y superior del cuerpo, columna vertebral colocada para generar efectos de despegue, un balanceo de los miembros superiores para acentuar los efectos generados por el apoyo de los miembros inferiores y orientar la dirección del vuelo o también una orientación específica de la cabeza.
¡Pero también se puede saltar tomando apoyo sobre otras partes del cuerpo como los brazos, la espalda o las nalgas! Hay en esta predisposición, una movilización psíquica, relativa a la atención y a la motivación, ya que este impulso implica una acción crítica para poder atreverse a lanzarse o a arrojarse plenamente en el salto.
Hacemos también referencia a la construcción de un mundo propio de significados, que le permite al acróbata conservar el dominio del desempeño del salto: una manera específica de proceder que se distingue del “dejarse llevar” o de una “pasividad” y que genera la construcción activa de sensaciones pertinentes para actuar con eficacia.

 

 

Vuelo

Es ante todo una sensación vivida y memorable. A partir de la fase de vuelo, el acróbata experimenta el contraste entre el mundo del apoyo o de la tensión que abandona y el mundo aéreo. Esta suerte de libertad es a menudo muy relativa ya que durante la suspensión siempre se pone en perspectiva el aterrizaje. El desafío aquí es doble: el salto por un lado, con aquello por lo cual se buscó ese vuelo (hacer una figura, atravesar un espacio) y el aterrizaje por otro lado, siempre presente en la actividad del saltador. Las técnicas del vuelo para el salto propiamente dicho son múltiples y resulta impensable describirlas todas. 

 

 

Destaquemos tres propiedades fundamentales con las cuales los acróbatas deben lidiar, cualquiera sea la complejidad de la actividad durante el vuelo: la imposibilidad de modificar la trayectoria del vuelo de su centro de gravedad (la trayectoria se determina en el momento del despegue y si bien los movimientos alrededor del centro de gravedad son múltiples, el apogeo y el alcance de esta trayectoria permanecen inmodificables), la gran dificultad para invertir los sentido de rotación sin retomar un apoyo (una limitación debida a la ley de conservación del momento cinético), la imposibilidad de orientarse en el vuelo con eficacia utilizando únicamente sus aptitudes de orientación terrestre (construcción de nuevas maneras de informarse de la situación en curso).

Recepción

La recepción no es únicamente el regreso de la sensación de tensión en el cuerpo que genera la gravedad. Podemos también aterrizar sobre superficies verticales (por ejemplo, los acróbatas saltan desde un trampolín en dirección a una pared para tomar apoyo y volver a saltar en dirección al trampolín que se encuentra abajo) sin tener que someternos a esta fuerte presión. La recepción es más bien una interrupción en los movimientos de translación o inversión que tienen lugar durante el vuelo. La recepción se construye con anticipación en el vuelo a través de una estimación de las posibilidades: ¿las condiciones de vuelo son acaso suficientes para poder utilizar a éste para otra cosa que no sea la preparación de la recepción?
Esta estimación se basa también en la observación, durante el vuelo, de las condiciones previsibles del contacto, lo que permite ajustar la preparación de la recepción al mismo tiempo que se realizan proezas en el aire. Esta vigilancia implica una gran tecnicidad (utilizar los indicadores pertinentes de desempeño del salto, secuenciar la atención en los momentos clave, procurar que esta vigilancia no interfiera con el objetivo del salto…). Existe en definitiva una preparación progresiva según las múltiples formas de recepción: estabilizar la postura, rebotar, deslizarse suavemente, enlazar con otra actividad… Y allí una vez más, en el momento del contacto, numerosas técnicas entran en juego.
Los saltos acrobáticos implican un amplio conjunto de combinaciones posibles de las técnicas del cuerpo en relación con múltiples contextos. Es seguramente por ello que encierran a la vez una gran creatividad y complejidad.