Acrobacia
Del punto de vista etimológico, el acróbata es aquel que camina sobre las extremidades. Una manera de jugar con su cuerpo, de divertirse con las dificultades impuestas por la gravedad, de producir un efecto sorpresa y de suscitar admiración.
Conjurar la muerte
En el Antigüedad, en Sumeria, en Egipto o en los confines del Río Indo, la práctica de la acrobacia estaba generalmente ligada a los ritos funerarios. El salto, el equilibrio o la destreza tenían una función de conjuro, oponiéndole a la muerte allí presente, una sucesión de figuras que representaban la vitalidad irrefrenable de la vida. Al dominar simbólicamente su cuerpo, el acróbata era una figura de progreso: ningún cuerpo invertido puede escapar a su enderezamiento, siendo fuente de renacimiento y traducción de la transición de un mundo a otro.
Imitar a sus presas
Los ritos de imitación del comportamiento animal se encuentran en el origen del desarrollo de las primeras formas acrobáticas. Para convencer a los dioses de que coloquen sobre el camino de los cazadores el mayor número de presas, el grupo comenzó a imitar a algunas creaturas de manera muy explícita. La rapidez, la fuerza, la agilidad y la destreza caracterizan a numerosas especies: al imitarlas, al seleccionar dentro del clan a los individuos más dotados, los hombres fueron adquirieron de a poco las mismas aptitudes.
La acrobacia espectacular
Cuando las comunidades de cazadores cosechadores se transformaron en sociedades sedentarias de agricultores ganaderos, conservaron la memoria de estos ritos de cacería y los convirtieron progresivamente en un vocabulario artístico y profano. De estos juegos de imitación, de estos placeres, de la competición por trepar a un árbol con más rapidez, de la necesidad de sostenerse y de alzarse para acercarse a las estrellas, nacieron técnicas circenses como el mástil chino, la contorsión, el equilibrio, las pirámides, los portores y el mano a mano…
Un repertorio universal
Estas figuras seculares resuenan hoy como una memoria fecundante: la acrobacia contemporánea no tiene otras fuentes, aunque por supuesto, no ha dejado de enriquecerse a partir de esta base simbólica. A lo largo de la ruta de la seda, unión entre Oriente y Occidente, se formó un repertorio universal, compuesto por encuentros azarosos, confrontaciones, intercambios y ensamblajes, una suerte de inventario de proezas, un camino intuitivo entre los hombres y las civilizaciones.
El cruce de las disciplinas
Siglo tras de siglo, una estructura arborescente de técnicas y disciplinas se transformó progresivamente en un poderoso tronco común. Así nacieron, se enriquecieron y se cruzaron algunas de las disciplinas fundamentales de la historia de la acrobacia: saltos, equilibrios, contorsiones, juegos icarios… todas estas técnicas en el suelo se asociaron rápidamente a aparatos de propulsión, aparatos móviles y aparatos que motivaron, en particular, el desarrollo de la acrobacia aérea.
Saltos acrobáticos
No es sin duda una casualidad, que el primer Tratado de Acrobacia que se conoció, publicado en 1599 en París, se intitulara Trois Dialogues de l'exercice de sauter et voltiger en l'air. Pretexto para competiciones, el salto es ante todo una de las principales artimañas del circo. El Salto mortal, es una terminología sin ambigüedad que refuerza la dimensión mortífera de la ejecución de una prueba incansablemente trabajada y llevada a su mayor complejidad.
Equilibrios acrobáticos
En el circo, el equilibrio es una virtud. Es también una mezcla de fuerza y elegancia, una disciplina que se asemeja a veces a la contorsión. Numerosos equilibristas privilegian el trabajo con bastones. Algunos prefieren trabajar directamente en el suelo o sobre un pedestal. Básicamente, los equilibrios acrobáticos se basan en la ilusión de la estabilidad mientras que ésta resulta imposible de imaginar. Los equilibrios acrobáticos son el centro de una actividad intensa que es necesario organizar con el fin de ocultar la dificultad y dar la impresión de soltura e inmovilidad.
Mano a mano
Las disciplinas de circo con orígenes guerreros son numerosas, pero el mano a mano es tal vez la única que se compone a la vez del combate a mano limpia, del cuerpo a cuerpo y hace resonar los conceptos de compromiso y confrontación, como también el de abrazo y complicidad. El mano a mano dinámico tiene los mismos origines que el salto y crea otra relación de poder distinta, basándose más en la propulsión y valorizando la paradoja del rechazo y del apego.
Contorsión
Relacionados con prácticas chamánicas, algunos ejercicios acrobáticos se asemejan a ciertos ritos primitivos. De la liberación de la gravedad llevada al extremo, acróbatas o bailarines esperan que esta los entregue a la fuerza de un poder divino creador.
La acrobacia simboliza el acceso a una condición sobrehumana. Es un éxtasis del cuerpo.
Y todo lo que viste la carne - maquillaje, aceite, pieles o plumas - contribuye a expandir el misterio de la elevación y la transcendencia. En la actualidad, los contorsionistas asiáticos u occidentales prosiguen esta tradición en un registro profano y espectacular.
Aparatos móviles
El circo siempre demostró una extraordinaria aptitud para incorporar las invenciones a lo largo de su historia. La bicicleta integró muy rápidamente el repertorio acrobático y aprovechó las evoluciones técnicas para incitar a los artistas a desarrollar y dar mayor complejidad al vocabulario vinculado a estos nuevos “aparatos”.
Acrobacia sobre aparatos
Siendo un lenguaje unificador de las artes del circo, la acrobacia se desarrolla a la vez con o sin aparatos. El aparato es ante todo un factor de diversidad, creatividad y enriquecimiento de la disciplina. Estático o móvil, el aparato es un apoyo, un soporte de seguridad o un vector de inestabilidad: de los bastones de equilibrio al mástil chino, de la escalera libre a las barras fijas, de la pértiga a la viga de madera, de la bola de equilibrio al rola bola, de la silla a las botellas de vidrio, este le permite al acróbata escribir su propia partitura en acuerdo o confrontación con el objeto “compañero” que eligió.
Acrobacia aérea
El hombre siempre intentó liberarse de las leyes de la gravedad, alejarse del suelo. Volar. Ícaro, obviamente constituye el primer mito a tener en cuenta, pero fue La Course aux trapèzes la que cambiaría la percepción de la acrobacia, hasta allí más bien asociada al suelo. Los saltos variados fueron un buen preludio del vuelo, pero el trapecio volante fue lo que le permitió a los hombres y a las mujeres de circo abrir un nuevo capítulo en la historia de la proeza, volviéndola aérea.
Propulsión
El hombre siempre soñó con apropiarse de la movilidad de los animales más veloces y nunca ha dejado de buscar los medios para correr más rápidamente o de saltar más alto. A partir del siglo XIX, los acróbatas imaginaron aparatos muy simples o increíblemente sofisticados para propulsarse a alturas y distancias más allá de las posibilidades ofrecidas por el cuerpo humano. Múltiples técnicas de propulsión dieron lugar a la creación de números colectivos, así como a un nuevo registro de prácticas individuales.
Arte ecuestre
El caballo es sin duda la conquista más bella del circo. La complicidad entre el hombre y el animal, domesticado hace 9000 años en Oriente Medio y compañero de labranza como de combate, favoreció la aparición de vínculos singulares entre el jinete y su corcel. Asociado al arte de la guerra desde la Antigüedad, el caballo figura en todos los campos de batalla y su aprendizaje dio lugar a numerosas variaciones virtuosas entre las cuales la acrobacia, rápidamente emancipada y convertida en técnica de circo, es la más espectacular.
El control del desequilibrio
La fuerza, la flexibilidad, la agilidad, caracterizan a los acróbatas y fueron el preludio de una gran variedad de técnicas espectaculares que compusieron la trama de una representación, mezclándose progresivamente con los ejercicios ecuestres.
El virtuosismo se desarrolló esencialmente alrededor y a partir del cuerpo.
El vuelo o la dislocación, pretextos para extraordinarias proezas, acentúan la fragilidad del acróbata exaltando a la vez sus facultades de recuperación: allí reside el símbolo más poderoso del gesto acrobático, el control del desequilibrio, factor de progreso y alegoría clásica del renacimiento.