Los juegos icarios

por Pascal Jacob

El origen de los juegos icarios tiene dos fuentes: la primera, incierta y legendaria, que se pierde en la noche de los tiempos y que podría vincularse con el mito de Ícaro y la otra, más objetiva, vinculada a la invención del “profesor” Richard R. Carlisle (1814-1874), más conocido con el seudónimo profesional de Risley, acróbata que tuvo la idea hacia 1841, de reemplazar los accesorios tradicionales de los antipodistas por niños. El mundo anglosajón adoptó naturalmente el nombre de Risley act para definir esta técnica de propulsión mientras que en Europa, prefirieron conservar el nombre de juegos icarios para definir el trabajo de las numerosas compañías que practicaron la disciplina entre 1880 y 1920.

Orígenes múltiples

El vínculo con Ícaro, por tenue que sea, puede explicarse por la imagen sugerida por algunas figuras. El ágil, con los brazos extendidos, era propulsado por su portor que malabareaba con los pies y así parecía volar y caer a la vez… Las rotaciones del cuerpo simbolizaban, en particular, para los acróbatas egipcios, los movimientos del sol y pueden de esta forma también asociarse a la triste historia del héroe griego.

 

 

Los juegos icarios pertenecieron al repertorio acrobático de varios territorios de circo, populares en Medio Oriente y Asia, especialmente en China donde varias compañías lo transformaron en su especialidad. Las rutas de la seda han contribuido ciertamente a la dispersión de esta técnica hasta las puertas de Occidente, mezclando seguramente antipodismo y juegos icarios, confusión mantenida por los ejercicios de algunas compañías que propulsaban a la vez acróbatas y accesorios. Los juegos icarios eran por lo general un asunto familiar y las compañías se multiplicaron al final del siglo XIX. Trabajaban sobre el escenario, en la pista o sobre un tapiz colocado en medio de un círculo de curiosos, en las plazas como la mayoría de las compañías de acróbatas de tapiz. La más famosa fue sin duda la de los Schaeffer, diez miembros de una misma familia con varios volteadores muy jóvenes, formados en acrobacia y en danza, con un cuidado muy particular por el vestuario y por los elementos de decorado, para un número que permaneció en cartel durante numerosas temporadas. Los once Lorches y los diez Allisons fueron también compañías familiares tales como los Frilli, los Kremo, la compañía exclusivamente femenina de las seis Daïneff y los Craggs, una dimensión esencial para garantizar la permanencia del nivel acrobático y mantener la reputación de la compañía. Con notable excepción de los Craggs, todas estas familias trabajaron con trinckas, esa silla de plano inclinado que sujetaba la espalda y levantaba los riñones del portor. Los Craggs trabajaban en el suelo o utilizaban la espalda de un colega como apoyo, lo que representó un nivel suplementario de dificultad en la realización de las figuras.

 

 

Talud y cojín

En 1870, el portor de la familia Georges trabajó con la región lumbar apoyada en una suerte de “talud” cubierto de terciopelo, a medio camino entre la trincka y el material utilizado por las compañías asiáticas. Los acróbatas Chinos y Mongoles utilizaban un pequeño cojín sujetado a la cintura, lo que les permitía gozar de gran movilidad para realizar sus ejercicios. Las combinaciones de disciplinas eran frecuentes y las compañías mezclaban a menudo juegos icarios y malabarismo con meteoros, con copitas de vidrio que contenían brasas o una pequeña vela, o asociaban, como la compañía acrobática de Shangai, juegos icarios y báscula. Otros, tales como las compañías de Tianjin y Shandong, privilegiaron la simplicidad y la unicidad técnica.

 

 

Decadencia y renacimiento

La decadencia de las grandes compañías, en la década posterior a la Primera Guerra Mundial, casiprodujo la desaparición de los juegos icarios, pero poco a poco dúos, tríos y cuartetos comenzaron a reemplazar a los grandes grupos de principios de siglo y números como los de los Rios, de los Castores, de los Bedini o los Bogino conocieron un enorme éxito durante varias décadas. En los años 1990, la disciplina cayó un poco en desuso, poco enseñada en las escuelas occidentales y muy poco reivindicada por las familias de circo tradicionales. Los Kurbanov, un número creado por Valentin Gneushev en 1993 (en el cual las trinckas eran asientos de motos Harley Davidson transformados) y los Rampin Brothers, contratados para el espectáculo Varekai en 2002, figuran entre los ejemplos más notables del período. Desde hace algunos años, la escuela de Addis Abbeba en Etiopía produce regularmente dúos o cuartetos de icarios asombrosos, con una técnica impecable y constituidos con portores a menudo más viejos que los agiles, pero también a veces de adultos con contexturas físicas similares. 

Un dúo formado en 2010 en la Escuela nacional de Circo de Montreal, compuesto por Ethan y Marie-Pier, aportó un punto de vista inédito sobre la disciplina jugando con una dinámica invertida, favoreciendo el contacto y la sensualidad en lugar de la pura explosividad, asociando al mismo tiempo una enorme fluidez en las secuencias acrobáticas.
Una verdadera excepción en un repertorio más orientado por lo general a la maestría de los saltos que al sentido concedido a la proeza, pero una bella oportunidad para abrir la disciplina a otro tipo de interpretaciones.