Mano a mano

por Pascal Jacob

Las disciplinas de circo de origen marcial son numerosas, pero el mano a mano es tal vez la única que está compuesta a la vez del combate a mano limpia, del cuerpo a cuerpo y que hace resonar los conceptos de compromiso y de confrontación, como también el de abrazo y de complicidad. Las referencias a la lucha, considerada como un posible antepasado, son recurrentes en muy diversas culturas, ya se trate del gouren bretón, vigente en Armórica en el siglo IV, moldeado por una sucesión de combates cortos de siete minutos, realizados sobre una alfombra gruesa de aserrín, del ssireum coreano, practicado en el siglo 1° a. de C. que se ejecutaba sobre una superficie circular cubierta de arena fina, del Kushti indio o del Buku manchú y del Böhk mongol, ambos provenientes del Jiaoli chino, una técnica de combate asociada a la legendaria Batalla Zhūo Lù, un gesto ancestral del cual nació y a partir del cual se codificaron la técnica del mano a mano, el salto de los aros y las artes marciales. Estas referencias nutren el imaginario de la disciplina, pero la fluidez de las secuencias se sustituyó obviamente a la brutalidad del combate.
La mutación tuvo lugar a partir de la creación del número de los Athéna, un dúo presentado en el Olympia en 1921 compuesto por un escultor formado en la escuela de Bellas Artes, André Ackermann y un gimnasta egresado de la Escuela de Joinville, Raymond Manvielle. Los Athéna crearon Art et force, una poderosa síntesis entre la inmovilidad de las posiciones plásticas y la energía bruta de la acrobacia sobre tapiz, completada por la ejecución al ralentí de un pugilato antiguo sobre una melodía especialmente escrita por el compositor Jean Nouguès. La boga del olimpismo asociada a la evolución de la cultura física motivó el entusiasmo por estos juegos espectaculares con el cuerpo. En este contexto, es necesario recordar que atleta, del griego âthlos, significa combate…

Fuerza y belleza

Al combinar la elegancia de los portés acrobáticos con la reconstitución de un enfrentamiento antiguo, los Athéna sembraron las bases de un género nuevo, rápidamente identificado como la disciplina del mano a mano. Precursores y pioneros fueron rápidamente imitados y los dúos se multiplicaron un poco en toda Europa. Enrico Mangini, un joven atleta italiano asociado con varios colegas que se sucedieron entre los cuales Raymond Manvielle cuando se separó de Ackermann, fue una figura esencial en la evolución del mano a mano. Junto a sus numerosos socios, garantizó el renombre de sus ejercicios y provocó sin cesar, la aparición de nuevos imitadores. Inspirado por la perfección del estatuario clásico, el mano a mano estático marcó la primera etapa en el reconocimiento de una técnica inédita muy valorada sobre los escenarios del Music-hall, apreciada como un contrapunto natural de la belleza de las bailarinas y un símbolo de simplicidad, en oposición a la voluptuosidad de las plumas y el estrás que caracterizaban el teatro de revista de aquella época.

 

 

El concepto de portés acrobáticos sintetizó de manera justa la trama de figuras yuxtapuestas destinadas a estructurar un número de algunos minutos o bien la dominación de la fuerza puesta al servicio de la lentitud de las secuencias, que fue la clave de su éxito. A fines de los años 1980, el número de los Chen Brothers, acróbatas portugueses de tradición familiar, construido como un desarrollo lento, en particular, con planchas de una perfección absoluta, fue el resultado de un largo proceso de filtración que evacuó pacientemente las referencias del combate para conservar únicamente una sucesión pura de instantes, de una fuerza espléndida superada por su propio dominio… Los cuatro Pellegrini, los hermanos Perès o los Sharkov, con el torso desnudo como la mayoría de sus colegas, los Alexis Brothers, que jugaban con sus cuerpos esculpidos como si fueran una habilidad suplementaria, concibieron su número en un espíritu puramente demostrativo, pero con un toque de humor que le dio a su prestación un sabor particular. Las relaciones de poder fueron determinantes y cuanto más el socio presentaba un aspecto y una constitución física similar, más el resultado era impresionante. Enrico Mangini lo comprendió muy bien cuando se separó de Raymond Manvielle, a quien izaba sin esfuerzo, remplazándolo por agiles más pesados y más semejantes a su propia constitución física de antiguo campeón de halterofilia. 

 

 

Masculino/femenino

Si bien los primeros dúos fueron principalmente masculinos, aparecieron progresivamente dúos mixtos donde el hombre y la mujer podían alternadamente ser portor y ágil. Eric y Amélie, formados por Claude Victoria en la Escuela nacional de Circo Annie Fratellini al final de los años 1980, Virgile y Sophie, egresados del Centro nacional de las Artes del Circo de Châlons-en-Champagne en 1987, el dúo You and Me o la pareja del dúo Paradise, ambos formados en la Academia de las Artes de Circo y variedades de Kiev a principios de los años 2000, personifican esta evolución del mano a mano donde la secuencia de las figuras puede ponerse al servicio de un planteamiento. El dúo La main s’affaire, formado en el Centro de las Artes del Circo de Toulouse y en la Academia de Kiev, integra el humor tal como lo había hecho la Familia Goldini donde la joven, al ser más alta que su colega, añadía un efecto de distorsión suplementario en el equilibrio de las fuerzas. Accediendo a un registro intermedio, entre fuerza y fragilidad, el dúo creado por la tropa militar de Guangdong en 2002 asumió los códigos del porté acrobático, pero los superó por el extraordinario dominio técnico de los dos acróbatas. La volteadora desarrolló un trabajo sobre las puntas, en equilibrio sobre el hombro o la cabeza de su portor y yuxtapuso la elegancia del ballet clásico a la pureza de su lenguaje corporal de acróbata consagrada.

 

 

Oriundos del CNAC, Edward Aleman y Wilmer Marquez fundaron la compañía El Núcleo y crearon el espectáculo Quién Soy? a partir de su práctica de mano a mano, considerada a partir de 1994, con los Acrostiches, como un pretexto para una forma artística monodisciplinaria, una manera de explorar los misterios de la acrobacia como lo hizo la compañía Un loup pour l’homme de Alexandre Fray y Frédéric Arsenault. Con ellos, el mano a mano se hibrida con la danza y plantea un enfoque del espacio más complejo y juega con la dualidad técnica, mezclando los portés y favoreciendo al mismo tiempo un punto de vista dinámico de la disciplina. Victor y Kati – Victor Cathala y Kati Pikkarainen – o Anne de Buck y Mikis Minnier-Matsakis, formados en el Centro nacional de las Artes del circo, fundadores del Circo Aital y de la compagnie du Fardeau integran respectivamente el humor y el silencio: una manera de dar cuenta de la esencia sagrada de la disciplina acercándola a prácticas coreográficas rituales y ancestrales. La noción de portés pertenece en gran medida al vocabulario de la danza, del ballet clásico a la salsa puertorriqueña, del rock acrobático al tango argentino, pero también es común en el acrosport, el patinaje artístico y el aikido…

 

Dinámicas

El mano a mano dinámico encuentra sus orígenes en el salto y crea una relación de poder distinta basándose más en la propulsión y valorizando la paradoja del rechazo y el apego. Si bien el mano a mano estático es un elogio de la lentitud exacerbada y la descomposición del gesto llevada a su paroxismo, los portés dinámicos se caracterizan claramente por su explosividad y se desarrollan a menudo entre cólera, confrontación, deseo y romanticismo.

 

 

La técnica se inspira en el registro de las propulsiones humanas para elaborar un repertorio de figuras a menudo codificadas por los propios artistas. El rigodon, un salto antiguo que consistía en impulsar al ágil por un pie para darle el impulso necesario para que realice un salto mortal, el equivalente del pitch tuck para la danza acrobática, fue un primer esbozo de mano a mano dinámico. La danza acrobática, iniciada en los Estados Unidos por Sherman Coates hacia 1900, constituyó un preludio para lo que en la segunda mitad del siglo XX sería considerado como el mano a mano en su acepción global. Progresivamente, una escritura acrobática y coreográfica iría a singularizar la disciplina y a provocar la creación de numerosos dúos, masculinos o mixtos. En 2005, los hermanos Iroshnikov, formados en Kiev, causaron sensación en el Festival mundial del Circo de mañana con un número de una densidad extraordinaria. Vestidos sobriamente de negro, uno llevaba guantes y el otro tenía la cara disimulada por un flequillo de cabello rubio. Encadenaron en algunos minutos una secuencia de una fluidez notable. Su dúo combina las referencias a Cristo con la fuerza simbólica del trabajo de a dos, dónde el dominio y la precisión son ejemplares. En otro registro, Sébastien Soldevila y Emilie Bonnavaud construyeron un dúo caracterizado por una alta tensión, con secuencias rápidas y precisas. Encarnan esta tonalidad singular del duelo amoroso donde las figuras están implícitamente vinculadas a la coreografía e implican un planteamiento a la vez simple y estructurador.
La complicidad entre el portor y el ágil es determinante, pero existe hoy en día una verdadera evolución en el enfoque mismo de la práctica donde el acuerdo entre los dos socios se hace más sutil, donde los roles ya no están tan definidos y donde portor y volatinero juegan más con la igualdad que con la diferencia.

 

 

Véase también

Entrevista