La magia en el circo

por Pascal Jacob

Algunos consideran a veces el circo como un avatar de la magia y hay que reconocer que los conceptos de atracción, sorpresa, admiración o terror pueden ser espectaculares puentes para establecer vínculos intuitivos entre las formas. Existen numerosas correlaciones entre disciplinas acrobáticas y algunos principios consustanciales a la ilusión, pero es también en la alegoría de los cuerpos flotando o volando, suspendidos o dislocados como “por arte de magia” que se vuelve necesario situar analogías y referencias compartidas.

El circo aprecia el énfasis y los superlativos para definirse, pero combina también una realidad exacerbada y límites físicos superados sin cesar. Esta conjugación de intenciones funciona bien con la magia y el jinete y empresario Philip Astley, él mismo mago, ofrecía a su público a fines del siglo XVIII trucos espectaculares, Philosophical Amusements1 o efectos de Magia blanca2, al igual que Buatier de Kolta que presentaría un siglo más tarde, en 1884, su Dado mágico sobre la pista del Cirque d’Été.
Constitutivamente, el circo aprecia desde sus orígenes el concepto de efecto, ya sea visual o sonoro. El redoble de los tambores, real o simbólico, la construcción de una tensión palpable a medida que se realizan las proezas o trucos, participan del mismo deseo de sorprender. El circo desarrolló por otra parte desde el siglo XIX, un gusto inmoderado por el animal exhibido, domesticado si no adiestrado y ofrecido para admiración de un público fascinado. ¡Esta dualidad de forma y fondo contribuyó a tejer vínculos sólidos entre el circo y la ilusión a un punto tal que magos o prestidigitadores son considerados a menudo espontáneamente como figuras emblemáticas del circo! Sin embargo, cuando se practica en una zona de juegos de 360 grados, la pista puede representar una gran dificultad para la magia.

 

 

Subterfugios

¡La desaparición, la disimulación o la levitación son trucos que se tornan más complejos debido a la omnipresencia de los espectadores, la ausencia de parrilla o caja de escena y la imposibilidad de contar con fosos y trampillas cavando bajo la pista antes de montar la carpa! En Inglaterra en los años 1920, The Great Carmo, mago acostumbrado a los escenarios clásicos de los teatros y de los espectáculos de variedades, creó un circo donde, además de una sucesión de números tradicionales, de trapecistas a leones adiestrados, presentaba algunas de sus grandes ilusiones. En el mismo momento, en Francia, Carrington proponía “el espectáculo más temible del siglo”. El mago multiplicaba las atracciones sensacionales, anunciando orgullosamente en sus carteles “Lo que los ojos ven y que la razón no puede creer” y reivindicaba el juego con lo sobrenatural. El mago de origen húngaro Franz (Ferenc) Czeisler (1916-2016), universalmente conocido bajo el seudónimo de Tihany, debutó su carrera en 1930 en Montevideo como ayudante de Blacaman3, un Calabrés convertido en faquir y domador. Presentaba él mismo un número de faquirismo, en particular, sobre la pista del circo estable de Budapest en su gira por Hungría. Invitado a Brasil en 1953, encontró en Sudamérica un territorio a su medida y allí creó el Circo Magico Tihany, una fastuosa carpa ambulante cuyos espectáculos se aparentaban más al teatro de revista, pero en los que la magia estaba siempre presente.

 

 

Magia en la pista

Varios magos eligieron adaptar sus ilusiones a las exigencias del círculo y actuaron con éxito bajo carpas ambulantes a pesar del ritmo a veces frenético impuesto por las giras. El francés Al Rex actuó en los años 1960 con su propia carpa, fue un pionero en materia de estructuras inflables, e inspiró a magos como Jan Madd y Yanco.
El Circo Sabine Rancy regularmente recurrió a magos en los años 1960 y 1970, en particular con Jan Madd y sus palomas en 1972, Tao Minh y Al Rex en 1973 para una nueva versión de La Féérie au Népal creada en 1968 o los Jolson en 1974. Estos últimos recorrieron literalmente las pistas francesas durante los años 1970 y 1980, en particular con un baúl de las Indias puesto al día y varias grandes ilusiones concebidas como tantas variantes originales a partir de un boceto clásico.

 

 

Ya sea que se haya tratado de Jack Kodell en Medrano en 1956, de Mireldo en Pinder en 1960, del dúo de mentalistas Myr y Myroska en el Circo Amar en 1971, Yanco y Azagara sobre la escena del Circo Aquiles Zavatta o bajo la cúpula del Cirque d’Hiver en los años 1980, sin olvidar a Borra padre y a Michel de la Vega sobre la pista del circo Jean Richard respectivamente en 1972 y en 1981, o Charly Borra en Knie en 1990. Todos tomaron el riesgo de trabajar en el centro de un espacio abierto y sin verdaderas posibilidades de utilizar los códigos habituales de la disimulación. En la actualidad, el ucraniano Voronin actúa sobre las pistas de circo, como en 2004 sobre la del espectáculo Salto Natale4 en Zúrich. Otorga un tinte cómico a sus prestaciones, solo o con compañeros insólitos como Joe de Paul o Peter Pitofsky, disimulando un temible virtuosismo bajo la apariencia de un Mandrake torpe.

 

 

Adaptaciones

En 1957, el Consejo de Ministros de la Unión Soviética fundó el Soyouzgoscirk, organismo central y muy poderoso de creación, producción y difusión, enteramente consagrado a la transformación estética y técnica del arte del circo. Deseosos de explorar todos los campos artísticos conectados directa o indirectamente a las artes de la pista, los dirigentes de esta nueva institución asociaron la magia y la ilusión a su catálogo de actuaciones y favorecieron, en particular, la dominación de la dinastía Kio. El primero, de nombre Emil Teodorovich Hirshfeld “Zorro” nació en Alemania el 11 de abril de 1894. Sus dos hijos, Igor y Emil, serían sus sucesores después de su muerte en 1965 y actuarían en el mundo entero hasta principio de los años 2000. Fue, en particular, para ellos que se concibió una pista repleta de trampillas en el Nuevo Circo de Moscú en 1971, un dispositivo discreto e ingenioso que permitía crear efectos de aparición y desaparición imprevistos incluso en medio de la pista. En 1960, Emil Kio actuó junto con su compañía durante toda la segunda parte del espectáculo del circo Schumann, un principio también establecido en Moscú donde la riqueza de su repertorio le permitía presentar un programa entero de ilusiones.

 

 

Se trata efectivamente de construir un espectáculo dentro del espectáculo, respetando al mismo tiempo los códigos de la representación del circo. La integración de la ilusión en el cuerpo mismo de la narración espectacular, tal como era el caso con el espectáculo Kà, puesto en escena por Robert Lepage para el Cirque du Soleil en 2004, que hace evolucionar aún hoy en día la condición de la magia en el circo multiplicando las referencias a las prácticas heredadas del siglo XIX. La Compañía 14:20 explora desde su fundación en 2001, esta permeabilidad y estos lazos naturales creando espectáculos fuertes y alimentando colaboraciones artísticas y técnicas, en particular con el Cirque du Soleil para la creación de un espectáculo permanente en 2020, donde la magia será a la vez fuente y razón de ser de varias actuaciones. Etienne Saglio o Yann Frisch en las Compañías Monstre(s) y L’Absente tejen a su vez sutiles correlaciones estilísticas entre circo y magia nutriéndose del repertorio de formas clásicas, una inspiración aguda para estimular su imaginario.

 

 

1. Steve Ward, 2018, p. 77.
2. Idem p. 48.
3. Nacido Pietro Aversa en 1902 en Castrovallieri (Calabria).
4. Producido por Rolf Knie, el espectáculo Salto Natale esta puesta en escena por Guy Caron.