por Pascal Jacob
Una parte del repertorio de la gran ilusión se basa en los principios de aparición y desaparición de personas, objetos o animales. Estas dos categorías de efectos, generalmente impresionantes, contribuyen al misterio que envuelve y condiciona la práctica mágica. Llenar repentinamente un espacio vacío o hacer desaparecer un volumen cualquiera en algunos segundos, sigue ejerciendo una fascinación constante sobre aquellas y aquellos que asisten a la experiencia. Las apoteosis romanas, espectaculares apariciones de figuras divinas en toda su potencia y su gloria, prefiguraron los hallazgos del “Amo de los Secretos” del Teatro Medieval, un mago de las sombras que ampliaba el resplandor de las representaciones por la aplicación de astucias escénicas de una ingeniosidad sorprendente.
Premisas
El 20 de enero de 1798 algunas líneas anunciaban una “fantasmagoría” de un tal Robertson, de su verdadero nombre Etienne-Gaspard Robert: “Aparición de espectros, fantasmas y muertos vivos, tal como debieron y pudieron aparecer en todas las épocas, en todos los lugares y en todo los pueblos. Experiencias con un nuevo fluido conocido bajo el nombre de galvanismo, cuya aplicación devuelve por un tiempo el movimiento a los cuerpos que perdieron la vida. Un artista distinguido por sus talentos tocará la armónica. Se aceptan suscripciones para la primera sesión que tendría lugar el martes 4 pluvioso (N. del T.: Febrero en el calendario republicano francés), en el Pavillon de l’Échiquier”. [E.-G. Robert, Mémoires récréatifs, scientifiques et anecdotiques, 1831-1833].
Esta presentación que revisitaba las danzas macabras del siglo XIII causaría un duradero entusiasmo hacia los espectros. Milagros, taumaturgia y referencias al Diablo contribuyeron a nutrir muy eficazmente la fascinación por lo sobrenatural a lo largo del siglo XIX. Una dimensión que magos como los Hermanos Davenport irían a aprovechar a partir de 1864 y que Etienne Saglio engrandeció a su vez en 2016 en su espectáculo Les Limbes.
Robertson utilizó el principio de la linterna mágica, un aparato de proyección descubierto a partir del siglo XVI gracias a la traducción del Tratado de un científico árabe del siglo X, Ibn Al-Haytam. Giambattista della Porta, un erudito italiano particularmente interesado en los efectos ópticos, publicó en 1558 una obra de divulgación, Magia Naturalis, en la que describía un fenómeno de aparición similar al resultado de las experiencias más tardías. El efecto de aparición de fantasmas o fantasmagoría fue experimentado por Robertson a fines del siglo XVIII. John Henry Pepper y Henry Dirks inventaron por su parte, en los años 1860, un nuevo método óptico para materializar fantasmas sobre el escenario. El Fantasma de Pepper, o Pepper' s Ghost, fue utilizado por primera vez en Londres en 1862 para una representación de The Haunted Man and the Ghost's Bargain de Charles Dickens presentado para la cena de navidad. El éxito de esta ilusión fue fulgurante y todos los teatros desearon dotarse del sistema creado por John Henry Pepper, lo que suscitó debates sobre la patente del invento. En el siglo XIX, tal como ocurrió con el Théâtre du Châtelet, a partir de 1863, los teatros estables o feriantes presentaban regularmente “fantasías” donde se integraban los elementos del repertorio mágico, y en particular, las apariciones y desapariciones de personas u objetos, que la Cia. contemporánea 14:20, desarrolla según puestas en escena en varias de sus creaciones.
Veladas fantásticas
Considerado como el padre de la magia moderna, el francés Robert-Houdin estaba constantemente al acecho de las innovaciones técnicas de su tiempo y desarrolló paralelamente verdaderos inventos científicos1 que marcaron su época. Sus conocimientos y sus invenciones, en particular mecánicas, le sirvieron para la elaboración y la realización de varios de sus trucos y así amplió las fronteras de la ilusión. Inauguró su propio teatro el 3 de julio de 1845, en el 11, rue de Valois en París. Un sitio singular donde trampillas y puertas secretas, en especial entre el escenario y la sala, contribuyeron a la simplicidad y a la gracia de las apariciones como de las desapariciones.
Todo tendía a la inmersión del espectador en una atmósfera singular donde suelo, techo, paredes y por supuesto, el conjunto del personal implicado en la recepción y la realización de los efectos y trucos, se conjugaban para manipular la imaginación y la razón del público. Después de un traslado en 1854 en el 8, boulevard des Italiens y de varias direcciones sucesivas, fue Georges Méliès quien se convirtió en propietario – el último – en 1888. Fue allí que tuvo lugar el rodaje de Escamotage d’une dame au théâtre Robert-Houdin en 1896, la primer película de la historia del cine, en particular, en Europa, en utilizar trucaje. Méliès multiplicó las idas y venidas entre cine e ilusión para fascinar aún más a sus espectadores. Populares en los años 1940-1960 en los Estados Unidos, los Spook Shows, compuestos de atracciones macabras, se inscribieron en esta filiación de efectos mágicos superpuestos a una proyección. Una dimensión difundida por William Castel, realizador y productor de películas fantásticas rudimentarias, para las cuales ofrecía efectos “especiales” a una red de salas especificas para densificar las proyecciones: descargas eléctricas en los asientos o vuelos de espectros fluorescentes por encima del público…
Robert-Houdin puso de manifiesto una visión romántica de la ciencia jugando al mismo tiempo con el poder de evocación de los efectos mágicos. Uno de sus herederos, Buatier de Kolta, nacido en Caluire-et-Cuire, fallecido en Nueva Orleans y sepultado en Londres, fue el creador de varios trucos que pasaron a la posteridad: La desaparición de la jaula (1873), La silla de Kolta (1883) o El dado de Buatier de Kolta (1902). Esta última ilusión, conserva aún hoy en día su secreto2, colocaba un dado negro con puntos blancos de unos quince centímetros de lado, que sacaba de una pequeña maleta que apoyaba sobre una plataforma. La memoria colectiva aún recuerda que el dado comenzaba a agrandarse hasta alcanzar unos ochenta centímetros de lado. Entonces, cuando era levantado por el mago, se abría y aparecía “Madame de Kolta” sentada con las piernas cruzadas.
“Del mismo modo, el Sr. de Kolta se quita el abrigo, toma en sus manos una jaula donde salta un pajarillo.
Uno, dos, ¡tres!
No hay más jaula, no hay más pájaro, nada.”
Hugues Le Roux, Les Jeux du Cirque et la vie foraine, [Los juegos del circo y la vida feriante] p. 73.
Animales de los escenarios
Los magos muy rápidamente utilizaron animales vivos para la realización de algunos de sus números: Robert-Houdin, en particular, hacía surgir objetos y animales de su Carton fantastique, mezclando así a la ilusión creaturas reales. La integración de animales exóticos hizo evolucionar la percepción de la gran ilusión y transformó drásticamente el vocabulario técnico y artístico de numerosos practicantes. ¡Algunos magos poseían un verdadero zoológico, como Carmo o Cárter, que viajaban con fieras, pájaros y… un elefante! Esta nueva dimensión, vinculada a la posibilidad de adquirir cualquier especie por medio de negociantes especializados, esencialmente situados en Europa o América, fue determinante para el desarrollo de la magia de gran espectáculo. La sustitución por una pantera, un tigre o un león, de una joven mujer que desaparece en una pequeña jaula, fue una atracción clásica desde finales del siglo XIX.
Los diseñadores del Nuevo Circo de Moscú, un edificio revolucionario inaugurado en 1971, lo comprendieron perfectamente, integrando un dispositivo inédito de transformación de la pista. En menos de unos minutos, una superficie de hielo puede desaparecer y dejar lugar a un suelo perfectamente neutro en apariencia, pero que está en realidad “entramado” con trampillas de distintos tamaños para permitirle a colegas o a animales aparecer a discreción o desaparecer. Los miembros de la dinastía Kio que actuaron en este establecimiento utilizaron abundantemente estos equipos invisibles para crear verdaderos espectáculos susceptibles de ocupar toda la segunda parte de una representación.
El proceso técnico de apariciones se fue afinando progresivamente y permitió a los ilusionistas diversificar sus presentaciones. Al hacer surgir flamencos rosados de espesas boas de plumas del mismo color, Siegfried and Roy crean un sutil efecto de distorsión espectacular y juegan con humor sobre el vínculo intuitivo entre el pájaro y su plumaje. Los distintos espectáculos creados en Las Vegas por los dos magos privilegiaron el trabajo con animales de todo tipo, tigres y leones blancos, caballos y elefantes. Producidos por Irvin y Kenneth Feld, Siegfried and Roy multiplican los efectos integrándolos en espectáculos de revista impresionantes donde efectos, animales y bailarines contribuyen a hacer de Beyond Belief – Incroyable ! (en francés) – a partir de 1981, una de las creaciones más rentables de Las Vegas.
A partir del siglo XIX, la gran ilusión se presenta en distintas configuraciones, cada una imponiendo a la vez dificultades o simplificaciones técnicas. Actuar sobre la pista bajo carpa induce efectos distintos de los que produce un escenario de teatro clásico sin mencionar una escena concebida especialmente para la creación de un espectáculo en particular. Jean-Eugène Robert-Houdin, pionero y precursor, lo había comprendido perfectamente diseñando su teatro en base a sus trucos.
1. Particularmente en el campo de la electricidad y de la oftalmología. Entre otras cosas, se le atribuyen patentes para aplicaciones que aún se utilizan en el siglo XXI, como el plastrón eléctrico de los esgrimistas o el cuentakilómetros.
2. El truco es descripto por Will Goldston – alias Carl Devo – en su libro: Exclusive Magical Secrets, Ediciones The Magician Ltd, 1912, pág. 303-332.