El malabarismo sobre ciclo

por Pascal Jacob

La Laufmaschine, literalmente “máquina andante” también llamada “draisiana”, del nombre de su inventor el barón alemán Karl Drais von Sauerbronn, bautizada velocípedo en Francia u hobby horse en Inglaterra, es considerada como el antepasado de los ciclos a propulsión humana. La invención hace sonreír: el autor Eugène Scribe y sus acólitos Dupin y Varner crearon Les Vélocipèdes ou la poste aux chevaux en el teatro des Variétés en 1818, un año después de la primera aparición de la draisiana, el 12 de junio de 1817 con motivo de una demostración presentada por el propio barón, entre Mannheim y Schwetzingen. Rápidamente perfeccionada, la nueva máquina conquistó el mundo e inspiró inevitablemente a los acróbatas y…¡a los malabaristas!

 

En 1887, una compañía familiar, los Selbinis, presentó un acto que combinaba a la vez acrobacia sobre gran bi y una secuencia de malabarismo realizada por una joven en equilibrio sobre la cabeza de su compañero, quepedaleaba y preservaba la estabilidad mientras que ella hacía juegos de malabares con bolas. La importancia de un suelo liso y sin asperezas favoreció el desarrollo del trabajo sobre ciclos sobre los escenarios de los teatros y de los music-halls. Cuando los circos se “encariñaron” a su vez con esta nueva disciplina, adquirieron entarimados móviles, rápidamente montados y desmontados sobre la pista de las empresas itinerantes. Esta forma “de accesibilidad técnica” ayudó considerablemente a la popularización de una disciplina muy exigente en materia de estabilidad. Si bien la utilización de la bicicleta acrobática fue motivada por una búsqueda de semejanza simbólica con los caballos, la integración del monociclo, aparato favorito de los malabaristas sobre ciclos, participó de otra dimensión. Como los Dunaï con el lanzamiento de mazas de caballo a caballo, los Gerardi realizaron una serie de passings de jirafa a jirafa. Se trató ante todo de mostrar una doble habilidad inédita, el dominio de una tensión espectacular entre el mantenimiento sobre un objeto inestable y la manipulación de objetos.

 

 

Charly Woods complicó aún más las cosas, montando su monociclo sobre una mesa de aproximadamente un metro de diámetro, actuando la embriaguez y multiplicando los riesgos de caída a sabiendas, como conclusión probable de su arrojo. Numerosos malabaristas sobre ciclo, tales como Maysy y Brach o Payo, utilizaron la “jirafa”, un monociclo de mayor altura. Este último, en equilibrio sobre una jirafa, impulsaba una rotación espectacular de doce aros a lo largo de su otra pierna, de sus brazos y sobre una varilla que sostenía con la boca… El dúo Jamino actuaba sobre una plataforma circular, colocada en la cumbre de un mástil de alrededor de cuatro metros de alto: uno de sus ejercicios consistía en hacer caer mazas desde la plataforma con la ayuda de la rueda de una jirafa para que sean recuperadas por su compañero en el suelo y arrojadas a continuación hacia la malabarista en equilibrio sobre su alto monociclo… Este virtuosismo fue característico de la disciplina. El trío Vid'Or combinó columnas y manipulación, Caprice se mantenía en equilibrio sobre su monociclo, manipulando al mismo tiempo una gran pirámide de velas fijadas dentro de copas mientras que Lebrac y Bernice hacían malabares con aros de tamaño inusitado o que Michaels y Renata complicaban su labor haciendo malabares sobre un monociclo subiendo o bajando de una escalera.

 

 

En 1959, un joven malabarista norteamericano, Jimmy Hall, presentó una rutina inspirada por los juegos de habilidad popularizados por los chinos a principios de los años 1950. El acto consistía en propulsar sobre su cabeza con sus pies, unos platillos, tazas, cuchara y una tetera llena de té, mientras que la otra pierna dominaba el equilibrio, obligatoriamente precario, del monociclo. Gao Jin en 1983, la compañía acrobática de Mongolia Interior y Fu Xiu Yu, quien complicó aún más sus juegos de malabares sobre monociclo realizándolos sobre una bola de madera, personifican este virtuosismo característico de las “composiciones” intrincadas apreciadas por algunos malabaristas desde siempre. El alemán Rudy Horn en los años 1960-70, el ruso Stolyarov en 1976 o el francés Angelo Ballan en 1983, se han apropiado de esta técnica fascinante en la cual fuerzas contrarias parecen ligarse para debilitar aún más una manipulación entre equilibrio y antipodismo.