La magia cómica

por Frédéric Tabet

La magia cómica recoge del conjunto de las categorías tradicionales de la magia moderna, los ingredientes que le servirán para su efecto mágico innegable y para la risa. Se basa más en una forma de presentación que en un marco de representación preestablecido o en una técnica particular.

Caracterizar una forma de magia “cómica” parece paradójico. Ya que el efecto mágico, cualquiera que sea su presentación, induce a menudo la risa. ¡Creador de acontecimientos inexplicables, imprevisibles, el mago desbarata las expectativas o el razonamiento del espectador, cuya reacción es a menudo la risa! Otros trucos generan incredulidad y se prestan a la sonrisa, cuando un mago aplica mecánicamente un principio sobre un objeto inadecuado. Por ejemplo, cuando plancha una bola, que acaba impresa en un soporte, o cuando sopla un poco fuertemente sobre el nudo, que se descuelga de la cuerda… El hecho de acoplar un razonamiento a un soporte inesperado se presta a la risa.

 

 

Tomar prestado de la tradición 

El conjunto de las categorías tradicionales de la magia puede producir números cómicos, del close-up, con el australiano David Williamson (1942-), a la gran ilusión con los holandeses Scott y Muriel, sin olvidar los números de manipulación del británico Cardini (Richard Valentine Pitchford, 1895-1973). La dimensión cómica nace de las técnicas aplicadas en la presentación general de los efectos: así la comicidad verbal, las expresiones o los acentos regionales, la comicidad gestual y las mímicas, la comicidad de situación, incluyendo la repetición. Algunos trucos se prestan especialmente a los métodos de narración cómica, al engranaje burlesco o a los quiproquos de tipo vodevil. Así pues, los trucos basados en la repetitividad de un mismo efecto como la multiplicación de botellas de Hugues Protat o las cartas “caseras” del holandés Fred Kaps (1926-1980). Aquellos que se basan en variaciones, a la manera de las “cartas que disminuyen” de Cardini o en las divergencias de conocimiento entre las personas sobre el escenario y las de la sala, como en la rutina de las “bolitas” de Slydini. Pero la presentación cómica resulta también de un desfase con las tradiciones clásicas.

 

 

Objetos inesperados

Para sorprender, el mago puede usar accesorios inesperados, que tomó prestados en universos extranjeros al de la prestidigitación. Algunos son tomados del ámbito escénico: el micrófono de Gaëtan Bloom, la cámara del mago inglés de la televisión Paul Daniels, los proyectores de Chris Torrente, los altavoces o la máquina de espuma del mago alemán Topas. En la esfera de la vida cotidiana, el mago cómico encadena neumáticos en vez de aros, exhibe ropa interior amarrada entre dos pañuelos en el lugar del pañuelo que se volatilizó o sustituye la paloma esperada por un pollo asado o un pájaro mecánico…

 

 

Los excéntricos

Numerosos actos cómicos se elaboraron en torno a un personaje atípico. El ucraniano contemporáneo Voronin, el mimo y mago francés Mac Ronay (1913-2004) o los norteamericanos Great Tomsoni & Co, gestionaron con calma y sin una palabra las fallas y traiciones del material. Por el contrario, fue con un discurso ininterrumpido que el británico Tommy Cooper (1931-1984) o el norteamericano Tom Mullica ejecutaron una cascada de efectos desopilantes. Otros, enfrentaron un mundo que se les resistía y provocaban la risa por sus esfuerzos para realizar sus trucos correctamente, como el humorista franco-español Garcimore y también Raymond Raymondson, Otto Wessely o Topper Martyn. Según Thomas Fröschle [Topas], este tipo de magos no corresponde ni a la categoría de los “matadores”, maestros de sus efectos, ni de la de los “testigos”, cuyo universo coexiste con los fenómenos mágicos, sino más bien a la de las “víctimas”, sujetas a efectos que redirigen sus acciones.

 

 

Los parodistas

Otros efectos cómicos provienen de un desfase en el traje del mago, en ruptura con los códigos de indumentaria habituales. La moda de oriente del siglo XIX, personificada por el “mago” Imro Fox (1862-1910), halló horas de gloria en la primera parte del siglo XX con el “científico loco” de origen indio Ali Bongo (1929-2009) o los norteamericanos Milo y Roger. Paulus y Anja Philippart encarnan siluetas fantásticas mientras que otro como Mimosa, Michael Vadini, y más generalmente los transformistas, utilizan el travestismo. Táctica de la magia cómica, el exceso no tiene por objeto convocar ni reforzar un imaginario, sino denunciar el aspecto ficticio.

 

 

Los tránsfugas

Algunos exploran otros universos cómicos. Nacidos en los años 1960, los norteamericanos Rudy Coby o Kevin James se inspiraron en el humor de las historietas y de los dibujos animados. Otros encarnan personajes provenientes del universo cinematográfico burlesco, como el italiano Carmelo Cacciato, o también del cine de animación. Sylvester the Jester retoma las deformaciones corporales de los dibujos animados de Warner Bros, los franceses Mikael Szanyiel y Chris Torrente se inspiran de las peripecias de los directores de orquesta popularizados en los dibujos animados de Tex Avery en la MGM. 

El éxito y la persistencia de la magia cómica revisita los códigos establecidos. Cada número exacerba los efectos o las posturas del mago clásico y esto hasta la burla. Estas embestidas recurrentes desafían la estética mágica contemporánea y abren así nuevas pistas de reflexión. 

Entrevista