por Magali Sizorn
Enunciando las posibilidades ofrecidas por una barra suspendida, el trapecio Washington es un aparato móvil de equilibrio, que evoca la hipótesis de la caída planteando el vértigo, más que un juego de vuelo acrobático.
Sobre el alambre
La segunda mitad del siglo XIX marcó las innovaciones y una carrera por la hazaña en un circo caracterizado por un gusto por el entretenimiento, el escalofrío y las emociones fuertes: Jules Léotard (1838-1870) aportó la suspensión y el vuelo; Keyes Washington (1830-1882) por su parte, dio su nombre al trapecio de equilibrio. Ampliando la barra en su centro y dándole mayor peso al aparato, introdujo otros usos del trapecio de los que provenían de los gimnasios y que fueron luego desarrollados por los acróbatas volantes: hacer trapecio “en Washington” consiste en secuencias de movimientos sobre la barra como sobre un alambre, que recuerda a los ejercicios de los bailarines de cuerda y funámbulos.
Desafiar la caída
En Les jeux du cirque (1889), Hugues le Roux narraba su admiración por el número de la joven italiana Erminia Chelli, compuesto por una “ascensión con dificultades crecientes”, entre las cuales un equilibrio de pie sobre un globo, colocado sobre la barra del trapecio (Le Roux, 1889 : 177-178). El espectáculo presentado entonces combinaba una mezcla de ilinx (Caillois, 1958) y de proeza técnica maximalista, entre la elevación y la caída, el equilibrio y el desequilibrio.
Los sucesores de Washington irían a tornar más compleja su técnica, enfrentando el desequilibrio, de pie sobre la barra, de rodillas o sobre la cabeza. En los años 1950 y 1960, Pinito del Oro entusiasmaba a los espectadores de los circos del mundo entero realizando, sin cable de seguridad ni red, equilibrios sobre las rodillas o de pie sobre su trapecio en oscilación. Estrella de las pistas, publicó una obra consagrada a su disciplina (Del Oro, 1967).
En la misma época, el Alemán Lothar realizó en trapecio gran balance, el famoso equilibrio de cabeza que se convirtió en broche de oro de los números de trapecio Washington y los hermanos Eugenio y Renzo Larible, uno encima del otro, realizaron sobre sus trapecios, inmóviles en aquella ocasión, distintos ejercicios: malabarismo en las anillas, portés, inversiones, equilibrios de cabeza… hallamos esta asociación de trabajo de equilibrio con malabarismo en varios números, queponen el acento en el virtuosismo, como el de Uwe Neitzel, medalla de bronce del Festival Mondial du Cirque de Demain en 1990, o también en varios dúos soviéticos de los años 1980. Estos dúos modificaron las convenciones clásicas del trapecio Washington transformándolas en ballets aéreos que mezclaban trapecio de equilibrio, malabarismo y trucos coreográficos (Hamel, 1989).
El francés Gérard Edon, conocido primero bajo el seudónimo de Silky, añadiría un nivel suplementario a la confrontación con el peligro: de pie y de frente sobre su trapecio, no tenía la posibilidad de recuperarse, ni de utilizar sus brazos para equilibrarse. La oscilación de frente hizo su gloria. Fue premiado en 1982 con el Gran Premio nacional del Circo. Fueron necesarias muchas horas de ensayo para el perfeccionamiento de este ejercicio, debido al alto nivel de riesgo del mismo. Ser trapecista, “no se improvisa”, decía. Es necesario “dominar la aprehensión” por medio de los ensayos y de un cuidado permanente del material para poder trabajar cada noche “con el vacío1”.
Sobre el abismo
Aunque el trapecio de equilibrio sea una especialidad relativamente rara hoy en día, ciertas creaciones contemporáneas utilizan este aparato espectacular que da siempre la pauta de lo que separa al suelo del aire, a la tierra del cielo, o utiliza su potencial metafórico, entre péndulo y columpio. Recordemos la cómoda suspendida, marcando el ritmo del Bal Caustique del Cirque Hirsute (2006), o también aquel cruce de la pista de artistas que saltaban por sobre un trapecio en oscilación a ras del suelo en Cirk 13 (2001), espectáculo de egresados de la 13a promoción del CNAC puesto en pista por Philippe Decouflé. Egresado de esta 13a promoción, Sébastien Dault replanteaba su relación con el trapecio Washington en Bougez pas bouger (2002) de la Compañía Oki Haiku Dan en una escenografía despojada, y con la Compañía La main d’œuvres, desafíó los límites del equilibrio y de la caída, sobre aparatos absurdos que comunicaban menos imágenes esperadas que su aparato de formación.
El trapecio de Keyes Washington no se encuentra muy presente hoy en día y permanece tal vez en la fusión de los posibles usos del trapecio (de equilibrio, fijo y balance) y en las variantes propuestas por la invención de aparatos y otros objetos por explorar, en donde humanos suspendidos sobre el abismo experimentan el vacío y el vértigo.
Entrevista
1. Entrevista con Gérard Edon realizada en julio de 2004.