por Magali Sizorn
Suspendidas en un punto de amarre, dos bandas de tela anudadas dibujan una vertical. De jersey, la tela es oscilante, resistente y elástica. Aparato aéreo, pertenece al de las exploraciones del eje suelo/aire. Aparato de elevación, es también el de la caída.
Cambio de material
Recordando los ballets aéreos chinos, muy cercanos a los números de cuerda y cintas aéreas en las técnicas y usos del cuerpo movilizado, de los números de cuerda y cintas aéreas, las telas surgidas en los años 1990, son un invento reciente en la historia del circo. Rompiendo con las referencias a métodos de gimnasia y a la cultura física del siglo XIX que mucho tiempo marcaron la corporeidad de los acróbatas de circo, las telas suscitaron a través de un cambio de material, un cambio de imaginario. La cuerda se convirtió en cinta, y ya no fue tanto la fuerza física lo que se admiró sino más bien las rutinas fluidas y poderosas de los cuerpos contorsionados o enrollados en el aparato. Gérard Fasoli, antiguo trampolinista de alto nivel, acróbata y formador, hoy Director General del CNAC, es el creador de las telas aéreas, un tiempo llamadas “cuerdas Fasoli”. Su alumna, Isabelle Vaudelle, presentó el primer número premiado en 1995, con una medalla de plata en el Festival Mondial du Cirque de Demain. Este número de “contorsión aire y seda” fue un tiempo después uno de los números estrella del espectáculo Quidam del Cirque du Soleil (1996). Hoy, los ejercicios con tela se convirtieron en clásicos de los espectáculos de circo y cabaret, más allá de la diversidad de los proyectos y de las estéticas desarrolladas.
Trepar, envolver, caer
“El hombre como hombre no puede vivir horizontalmente. Su tiempo de descanso, su sueño es generalmente una caída”, escribía Gaston Bachelard en 1943. Los acróbatas se sujetan de las telas, trepan con la fuerza de los brazos, realizan figuras a varios metros del suelo y dejan adivinar las formas de sus caras y de sus cuerpos detrás de la tela estirada de un aparato convertido en capullo. Enrollarse, trepar, suspenderse en bandera o cruz de hierro son momentos que preceden las verdaderas experiencias aéreas de las telas: las de las caídas, de la confrontación con el vértigo y el vacío.
Los primeros números, a menudo femeninos, se basaron principalmente en la combinación de un trabajo de fuerza y destreza. El trabajo en tela evolucionó recientemente hacia un uso más acrobático. Romain Guiniot en Âm (2010), espectáculo de egresados de la 22a promoción del CNAC, puesto en pista por Stéphane Ricordel, jugaba con la elasticidad de la materia, realizando piruetas, con las telas reunidas, pasando de una banda a la otra, soltando el aparato.
Onirismo y exploraciones gráficas
Los números de telas se prestan particularmente a una teatralización, superando el marco de la demostración física y técnica (Boudreault, 2002). A menudo es el onirismo el que emerge de las oscilaciones de las telas, por más que varios registros hayan sido abordados.
El objeto ofrece también posibilidades de usos gráficos, tal como lo hicieron Armance Brown y Bruno Krief (de la Compañía Arts des Airs), en el marco de una colaboración con el artista plástico Daniel Buren para un dúo creado en una concepción contemporánea para la Compañía feriante de Adrienne Larue y Dan Demuynck. Las bandas blancas y negras de un cilindro envolvían a los acróbatas de Et qui libre recordandola verticalidad de la tela blanca. Las variantes propuestas en el uso de las telas también implican investigaciones en dúo, en particular con portés (Cécile Mont-Reynaud y Sébastien Bruas de la Compañía Lunatic, desarrollaron este trabajo en Petites histoires en l’air – 1999). Otras configuraciones y juegos con este aparato pueden ser propuestos: las telas voladoras de la Compañía Les Escargots ailés que se asemejan a la cuerda volante; las cadenas verticales se substituyen a la suavidad del textil. Gérard Fasoli, inventor de la tela aérea, se cuelga, se enrolla, se suspende a hilos metálicos en Espèces, pièce de cirque (Culture Commune, Furies 2002 – Paris Villette 2004), escrito y puesto en escena por Christophe Huysman.