por Pascal Jacob
La noción de “variedad” es ambivalente y abarca de un siglo a otro, una identidad diferente según los registros y los territorios donde se desarrolló. La diversidad de las atracciones que componen un programa de variedades es constitutiva del circo y del Music-hall, pero los conceptos mismos de varieté alemán o el varietà italiano obedecen a reglas específicas que los diferencian de esas formas artísticas singulares.
Concebidos como mosaicos espectaculares, estos “montajes” tienen esencialmente por objeto provocar la risa y utilizan la irrisión como material creativo. Los géneros se fusionan, pero se privilegia lo acido y lo contestatario para moldear sus repertorios respectivos. Están ampliamente personificados por figuras emblemáticas tales como el italiano Totò y el alemán Karl Valentin, pero otros, en registros diferentes, también transgredieron y criticaron su época con humor. En Francia, Paulin, Dranem o Louis Boucot popularizaron siluetas y ciertas palabras como pudieron hacerlo Totò y Karl Valentin. Estos dos actores, nacidos en el siglo XIX con apenas veinte años de diferencia, desarrollaron estilos diferentes, pero compartieron una idéntica propensión a cuestionar los meandros del alma humana para extraer la esencia de su comicidad.
Varieté
Nacido en Múnich en 1882, Valentin Luwig Fey, convertido en Karl Valentin, se definía a sí mismo como humorista y dramaturgo, pero también era un extraordinario actor y un realizador productor, autor de varias películas. Actuaba en cafés llenos de humo, espacios poco aptos para la actuación donde los consumidores bebían, comían, fumaban y charlaban mientras que sobre un pequeño estrado realizaba sketches que se caracterizaban por un humor corrosivo. Se inspiraba de su propia cotidianeidad donde parecía librar una batalla permanente contra las cosas y los acontecimientos que lo rodeaban y lo fundaban, pero también contra las autoridades y sus semejantes. Su encuentro con Elizabeth Wellano en 1911, una actriz que él rebautizó prontamente con el nombre de Liesl Karlstadt, fue determinante. Juntos desarrollaron a la vez un registro y una obra. Socios opuestos en todo, el era lento, ella era vivaz, era alto y flaco, ella pequeña y redonda, diseñaban los sketches sobre un evidente contraste físico, pero también sobre energías idealmente diferentes. En algunas de sus entradas, el andar y la actuación los aparentaban claramente con los payasos. Karl Valentin usaba una nariz postiza y se maquillaba al estilo de los payasos de circo, vistiendo un abrigo largo que Little Walter o Albert Fratellini no hubieran rechazado. Su comicidad era principalmente verbal, y la proximidad con el público los incitaba a hablar cada vez más para provocar la risa, también jugaban con situaciones creadas por ellos mismos y que se convertían en pretextos para la ironía. Karl Valentin y Liesl Karlstadt actuaron obras enteras, pero integraron también programas en los cuales sus actuaciones eran el contrapunto de otras atracciones.
Varietà
Este concepto de varieté reunido en un mismo escenario encuentra un eco en el varietà italiano, una forma compuesta donde Totò brilló particularmente. Con casi una generación de diferencia, Antonio Clemente, actor, nació en Nápoles en 1898. Muy rápidamente, sus cualidades de actor le abrieron las puertas de los teatros y debutó en los años 1920 en el avanspettacolo, una suerte de preludio de la representación para el cual es necesario demostrar sobre todo una energía salvaje y seducir en algunos segundos a los espectadores que no hacen más que esperar el inicio del “verdadero” espectáculo. Después de haber adquirido mucha experiencia en esta dura escuela, Totò integró las salas donde se actuaban las varietà, una mezcla muy eficaz de atracciones sin narración, pero con un sentido del ritmo y la jerarquía de las actuaciones que obliga al artista a superarse sin cesar.
Un reconocimiento de filiación tardío transformó al payaso en alteza imperial, pero Totò eligió proseguir con su carrera, sin rechazar sin embargo su ascendencia aristocrática. Adosaba su comicidad a emociones y sensaciones a la vez primarias y muy humanas, mezclando la transgresión, el sexo, el hambre y la miseria a la risa más cruda. Dotado de un físico singular, desarrolló una extraordinaria movilidad expresiva y se impuso sobre el escenario como en el cine. Adepto del rivista, una forma próxima del teatro de revista tal como lo conocemos en Francia y esencialmente del varietà, hacía maravillas con un género popular donde se mezclaban sketches, atracciones e intermedios cantados. Las alusiones eróticas y el humor omnipresente creaban y mantenían una complicidad dinámica con el público que se divertía e interpelaba sin dudar a aquellas y aquellos que actuaban sobre el escenario. Esta sana “fusión” contribuyó a trasformar a la varietà en tipo de espectáculo con una alegría contagiosa, probablemente menos tajante que la varieté personificada por Karl Valentin y sus herederos.