Culturas

por Valentine Losseau

En el close-up o magia de cerca, la proximidad con los espectadores actúa como un efecto de la realidad: el asombro, la sideración, el estupor, la admiración nacen de la contemplación de un imposible “visto de cerca”, en un contexto ordinario o sobre el escenario. Este registro fue distinguido con el paso del tiempo, en particular, por los magos modernos, y no siempre corresponde a las prácticas de la magia fuera de occidente. Sin embargo, numerosos trucos, efectos o ilusiones en el mundo pueden asociársele.

Vuelta al mundo

En la India, la magia tradicional de calle incluye numerosos trucos de magia de cerca: el pato que se zambulle, un pequeño pato de madera tallada que flota en un cuenco con agua, parece obedecer a las órdenes del mago, sentado a algunos metros de distancia. El cigarrillo giratorio, colocado en equilibrio sobre un fósforo, gira a toda velocidad sin causa aparente. Arroz crudo pasado por el tamiz en un delantal, se transforma en arroz inflado. Esta cocción mágica evoca un truco muy usual en las zonas rurales de Haití, donde los huevos frescos colocados en un delantal se convierten en huevos duros. En la categoría de los espectáculos, algunos magos de la India se convirtieron en verdaderos maestros a la hora de hacer aparecer en sus manos, aparentemente vacías, polvo de incienso o maíz coloreado y perlas. El “escupidor de piedras”, expectoraba pesadas piedras o bolas de metal, se vaciaba de hilos multicolores que parecían provenir de su estómago… Este registro mágico es muy usual en el mundo. Escupir plumas, lodo, metal, pequeños animales vivos, constituye una señal de designación o posesión para los chamanes de Sudamérica. En los cultos afrocaribeños, algunos iniciados escupen clavos, agujas o vidrio triturado. Se reportaron los mismos sortilegios en Francia, donde la brujería es común, en particular en los casos de hechicería. En Egipto y Sudán del Sur, donde el culto ofídico – relativo a las serpientes – es antiguo, existen magos callejeros que practican el truco de la serpiente transformada en bastón.

Entre ilusionismo y adiestramiento, este truco evoca la práctica del encanto de las serpientes, usual en Asia del Sur y en África del Norte, donde músicos parecen domar cobras, que ascienden siguiendo los sonidos de la flauta y el tambor.

En el “truco de las tazas”, un objeto de pequeño tamaño parece viajar bajo cáscaras de nuez o cubiletes metálicos. En la India, se lo presenta como una demostración de teletransportación. Pero este truco muy difundido fue presentado de manera diferente, bajo otras latitudes: por ejemplo, en la Antigüedad, en Egipto y Grecia; durante la Alta y Baja Edad Media en Europa y en África del Norte; durante el Renacimiento; hoy día en China… por los jugadores con piedrecillas, titiriteros, escamoteadores, malabaristas y magos.
Se encuentra una estructura mágica similar en el juego del bonneteau, una estafa que consiste en seguir una carta roja entre dos cartas negras, practicado en Francia por los vendedores ambulantes en los lugares públicos.
Entre física recreativa, trampa, ilusionismo o brujería, el patrimonio de la magia reúne innumerables trucos practicados en la intimidad doméstica, así como en la calle o sobre el escenario. 

El misterio al alcance de la mano

La Sociedad teosófica reveló poco antes de 1920, en Inglaterra, fotografías representando a pequeñas creaturas aladas: se trataría de la primera captura en primer plano de hadas, tan populares en el folclore anglosajón. Las imágenes fueron acogidas con vivas polémicas y personalidades públicas tomaron partido en “el asunto de las hadas de Cottingtley”, como fue el caso de Arthur Conan Doyle, defensor del espiritismo, que concluiría después de una investigación meticulosa que las fotografías eran verídicas – hipótesis varias veces invalidada desde entonces. El éxito de las fotografías se explica por una ilusión de autenticidad debida a la aparente proximidad de su objeto, incrustado en un contexto a priori anodino: una campiña verdeante, donde juegan y posan jóvenes muchachas. En la magia de cerca, el deseo de ver de cerca se asocia al uso de objetos conocidos por todos y que son insospechados, que hasta pueden, según el protocolo del mago, ser pedidos prestados a un espectador o examinados por él: bolas, cigarrillos, cartas, pañuelos, monedas, dedales, elásticos…

Este repertorio plurisecular puede ser constantemente enriquecido y modificado. Uri Geller, un mago israelí, es el autor de un género que se ha convertido en un clásico: el de la torsión de los metales por telequinesis. Reanudando con las tradiciones espiritistas y metapsíquicas, conoció una fuerte notoriedad dando la ilusión de doblar, torcer, o romper cucharas, llaves, y otros pequeños objetos metálicos… en una hábil conversación entre “poderes del espíritu sobre la materia” e ilusionismo.

Algunos chamanes, antiguamente llamados malabaristas, practicaban trucos de magia durante los ritos terapéuticos o durante las luchas chamánicas. En el Chukchi – o Chukotka – del Extremo Oriente Ruso, por ejemplo, los terapeutas hacen demostraciones con pequeñas cuerdas que pasan a través de su cuerpo o el de su paciente. O dan la ilusión de desmultiplicar el sonido de una piedra frotada sobre la piel de un tambor. En Columbia-Británica, los curanderos Kwakwaka' wakw – o Kwakiuti – parecen manejar a distancia pequeñas estatuillas articuladas. En los países anglosajones, el gospel magic designa una forma de magia destinada a ilustrar a la mística cristiana, en particular en los protestantes. Los P stores adaptan o crean trucos como la biblia en llamas, el crucifijo a través de la cuerda, etc., que asocian a su predicación con un objetivo de convicción, de pedagogía, a veces incluso para predicar la misión.

Juegos de referencia

A partir del siglo XIX, gracias a objetos de pequeño tamaño, la magia conquistó nuevas esferas, por ejemplo la de los juguetes para niños. Este desarrollo se inscribió en la continuidad de la física para entretenimiento, una corriente lúdica que tenía por objeto iniciar a los misterios de la ciencia a través de algunas propiedades ópticas, químicas o físicas. Los juegos de magia se convirtieron en un juguete de predilección. Aún en boga, estos maletines contienen material de close-up y salón, y forman a menudo parte de la iniciación de los magos profesionales. El juego de cartas francés (un conjunto de 52 naipes, dividido en dos colores y cuatro signos) es un ejemplo de objeto de uso múltiple: se lo utiliza en cartomancia en las prácticas divinatorias, y también como juego de mesa; en numerosos juegos de dinero (para los jugadores como para los tramposos); es la base del repertorio de la cartomagia, un registro muy desarrollado de la magia de cerca; por último, es un objeto de malabarismo en el cardistry, una práctica de manipulación en pleno desarrollo.
Algunos juguetes mágicos son desarrollados con el fin de desviar a los niños de las creencias de su tiempo: es el caso del libro Spectropia, de J. H. Brown, publicado en 1864, que permite hacer aparecer en su casa, a “fantasmas por todas partes, y de todos los colores”.

En la misma época, los instrumentos utilizados por los médiums para comunicar con los espíritus, fueron patentados y vendidos como juguetes, como la célebre tabla Ouija. Ancestro de la ilusión con hologramas fue el polyoscope, un juguete patentado en 1852. Hoy en día, distintos usos lúdicos del Smartphone permiten realizar hologramas, como el Palm top theater, un juguete que asocia una pequeña estructura plástica reflectante a un programa informático aplicativo. El juego Mindflex, puesto en venta en 2009, permite dirigir una pequeña bola en levitación gracias al “poder del espíritu”. Mundo lúdico, espectáculo artístico, ciencia y magia se reúnen: entre lo real y lo fingido, la frontera no siempre es nítida.