Figuras actuales
par Marcel Freydefont
Realizar un inventario sobre el uso de la carpa y la itinerancia, en esta segunda década del siglo XXI, en Francia, permite identificar figuras que parecen caracterizar, más allá de la situación contemporánea más reciente del circo desde los años 2000, la situación de las artes del espectáculo en general, entendidas desde el punto de vista de la creación y la difusión, en relación con una estrategia espacial. Cuatro espectáculos permiten ilustrar esta observación: Le Bal des Intouchables de los Colporteurs, Géométrie de caoutchouc de la Compañía 111, Secret de Cirque Ici, y Transversal Vagabond, cirque chic et pas cher de Philippe Goudard. Estos ejemplos cristalizan cuatro maneras de hacer y ser, implicando decisiones en cuanto a la infraestructura y a la logística analógicas del propósito artístico. Los títulos de los espectáculos son, de por sí, indicios elocuentes.
Este tema cubre realidades múltiples que se entrecruzan y que es necesario distinguir. Los términos involucrados no dejan de evolucionar en la geografía y en la historia eminentemente complejas, componiendo finalmente una clase de geometría de la hoja de caucho [1]. Esta expresión define la topología, estudio de las deformaciones espaciales. Esta ciencia de las transformaciones continuas que estiran, despliegan, invierten, tuercen, manipula objetos sin romperlos, “ni separar lo que está unido, ni pegar lo que está separado”, viene al caso de nuestro tema. Hay allí algo de homotético con la carpa y con el circo. Hablar de cubrir es apropiado, sabiendo que una carpa es un refugio portátil, una arquitectura desmontable y transportable, compuesta, por lo general, de mástiles y de una gran lona, amarrados al suelo por clavos.
La carpa es una superficie curva, continua, que envuelve y genera espacios y subespacios, suscitando una relación particular entre espectáculo y habitáculo, artistas y público, dentro y fuera, interior y exterior, ciudad y espectáculo. El estudio terminológico interesa, ya que precisa las raíces léxicas y nos abre a sinónimos, analogías en un juego metafórico y metonímico muy rico.
[1] Nota del traductor : “geometría de la hoja de caucho” en referencia al título del espectáculo de compañía 111, Géométrie de caoutchouc
Correspondencias
La observación de este tipo de arquitectura permite distinguir el chapitó con mástil (paraguas o carpa marabout con un mástil, con dos, cuatro, seis palos, etc.), el chapitó suspendido con arcos, el chapitó autoportado, carpa-bambú, burbuja inflable, teniendo al mismo tiempo en cuenta, de forma general la carpa, es decir, las arquitecturas textiles, de las cuales el chapitó se volvió una de las figuras notables. El estudio cartográfico de los lugares dedicados al circo en Francia, también nos revela el enredo de las realidades entre circos estables y circos ambulantes, oscilación fundadora a imagen y semejanza de la condición humana, entre emplazamiento y desplazamiento.
Así pues, la correspondencia perfecta establecida entre la carpa, el circo y la itinerancia, en particular, a partir de esta zona de juegos circular y primordial que es la pista o arena, multiplica las incidencias, las connotaciones, las denotaciones y las llamadas a un imaginario activado por las realidades en juego. Arte popular, pasatiempo de proximidad, salida familiar, espectáculo para todos, fuente de emociones, variedad de disciplinas corporales, el circo remite a la infancia, al viaje, al sueño, a la alteridad. Se trata de los clichés habituales, persistentes, nacidos de lo que comúnmente es llamado circo tradicional o circo clásico, que es en realidad, de origen moderno (el circo es una invención del siglo XVIII, así como la ópera es una invención del siglo XVII).
A este respecto, la terminología actual no carece de ambigüedad. En efecto, ¿cómo trazar los límites entre estas distintas denominaciones: circo antiguo, circo clásico, circo moderno, circo tradicional, circo a la antigua, nuevo circo, circo contemporáneo, circo de creación, artes del circo, artes de la pista?
Como tantas otras artes del espectáculo, como el teatro, la danza o la ópera, el circo es una forma equívoca que desborda el carácter unívoco aparente del genero, y excede los estereotipos que forjaron su identidad, aunque sin eliminarlos por completo. Para parafrasear a Zola, el circo no existe, existen varios y cada uno busca el suyo. La singularidad del circo proviene de la pluralidad de las expresiones.
Oscilaciones
Puesto que nuestro propósito es abordar la estrategia espacial, conviene recordar el espectro oscilatorio que regula tanto al circo como al teatro: oscilación entre refugio y edificio, campamento y cuartel, para reanudar el análisis de Antoine Vitez, circo o teatro estable y circo o teatro ambulante. Se añadirá a éstas, una oscilación decisiva entre el cubo escénico y la esfera circense, entre el escenario frontal y la pista central. Firmin Gémier declaró que el teatro de piedra era “una herejía”, al ser el teatro estable “contrario al principio vital” del teatro. Esta profesión de fe integra al teatro de manera radical en el juego oscilatorio entre efímero y permanente, brote y desaparición, equilibrio y desequilibrio, cuerpo y decorado.
Es interesante ver desarrollarse el término y la práctica de la carpa en el momento en que Gémier (de quien se conoce su atracción por el espacio del circo) imaginó el Teatro nacional ambulante al principio del siglo XX. Esta elección estratégica se proponía responder a dos aspiraciones: la de una “necesidad de vida nómada” que es el origen mismo del arte del teatro (alusión al carro de Thespis y al Illustre Théâtre de Molière), necesidad, aclaraba Gémier, “que nuestro tiempo intelectualmente absorbido por la Capital y las grandes ciudades, parece haber ignorado”. Se trata efectivamente de una conquista de nuevos públicos y de una viabilidad económica de la difusión teatral que Catulle Mendès había expresado en 1901 en un informe sobre las representaciones populares en provincia, escribiendo que no hay “en un sitio dado, suficiente muchedumbre entusiasta o incluso curiosa, para alimentar durante todo un año, a un teatro por una plaza a un franco; pero la hay suficiente por todas partes para albergarlo algún tiempo con éxito1”.
Es lo que milita por el movimiento. Gémier realizaría una carpa en tela incombustible de 1.600 asientos, siguiendo los consejos de los ingenieros norteamericanos de Barnum & Bailey, en 1911, para la itinerancia por ferrocarril de su Teatro. En la misma época, entre 1895 (construcción de un escenario cubierto al aire libre junto a la montaña) y 1924 (construcción de una sala cerrada de 1.000 plazas), Maurice Pottecher eligió un teatro estable para su Théâtre du Peuple en Bussang. Estas oscilaciones permanecen hasta hoy en día. No se trata de encerrarse en oposiciones artificiales, sino de aprehender la riqueza generada por la oscilación. Sólo por tomar un ejemplo, el recurso del escenario central (Cercles/Fictions, 2010, creado en las Bouffes du Nord) por la Compañía Louis Brouillard, adepta de la black box y del negro absoluto, demuestra lo que es una marca del tiempo: una clase de sincretismo a través de la unión de posiciones que podrían parecer dispares u opuestas. Conviene entonces medir los significados adoptados por los términos empleados y resguardarse de toda confusión.
escuchar Prologue de la Liberté de Maurice Pottecher, recitado par Camille Pottecher en 1913
Enfoque terminológico
Chapitó, Carpa, campamento, caravana…
El término chapitó proviene del antiguo francés chapitel, del latín capitellum, designando en arquitectura “la parte alta de la columna colocada sobre un barril” (Littré), derivado de capitulum, pequeña cabeza, peinado, capuchón, diminutivo del sustantivo caput, cabeza de hombre o animal, en el sentido figurado, extremidad, punta, cumbre, parte principal, jefe, y del adjetivo capitalis: que se refiere a la cabeza. Por extensión, “se dice de las “cornisas” y otras coronaciones que se posan sobre los aparadores, los armarios y otras obras; de la parte superior de un alambique, en el cual se condensan los vapores que se elevan de la cucúrbita; de un pedazo de cartón con forma de embudo, que se coloca en la parte superior de una antorcha, para recoger la cera o el alquitrán que gotea; de un cono colocado en la punta de un cohete volador, etc.” (Diccionario de la Académie Française, 8a edición, 1932 a 1935). Imaginar la carpa de circo como el receptáculo idóneo de la condensación de los vapores que se elevan de la cucúrbita no carece de audacia: el crescendo emocional que lo llena da fe. La raíz - cao o - chap, es homónima de un falso hermano a pesar de todo interesante, resultante del verbo capere, tomar, contener, encerrar, que da los términos capaz, capacidad, cuyo sentido resuena plenamente con la noción de chapitó. Sombrero (chapeau) y chapitó peinan una cabeza en ebullición, la coronan de alguna manera. Es interesante hacer un acercamiento entre el término corona de la carpa con aquella corona que se encuentra encima en la caja escénica de la Ópera de Charles Garnier.
El Diccionario de la lengua francesa de Émile Littré publicado en 1873-1877 no da al término chapitó el sentido de arquitectura de tela destinada al circo. La novena edición del Diccionario de la Académie Française (volumen 1, publicado en 1992) da de manera tardía la definición circense actual: “La carpa de un circo, la tienda bajo la cual la representación es presentada”. Este sentido está en uso desde 1919 para designar la arquitectura de tela del circo ambulante que es la de una especie de carpa. Este uso se traducirá en la introducción de esta acepción de sentido en los diccionarios usuales. Los anglosajones lo llaman big top, que remite a la idea de cumbre.
La arquitectura de la carpa, a nivel circular o elíptico, o cuadrangular con o sin extremidades redondeadas, se componía, por lo general, de mástiles, de postes, de un gran toldo confeccionado especialmente, eventualmente, con palos intermedios llamados mástiles de cornisa. Esta arquitectura era sujetada por clavos (estacas de madera en el origen y luego por grandes estacas en acero), plantadas alrededor, y sostenidas por cuerdas o vientos. En algunos casos, una cúpula coronaba la carpa. Esta arquitectura típica y cambiante era ella misma una variación histórica de una forma de hábitat vernáculo y precario cuyo principio remontaba a los orígenes de la humanidad: la tienda. Refugio portátil compuesto de una cobertura (tela, piel, vegetación), y de una estructura portadora, la tienda se diferenciaba de otro tipo de hábitat precario, la choza, en lo que la tienda se desmontaba, se desplazaba y se montaba, mientras que la choza se reconstruía en cada etapa a partir de los materiales encontrados in situ. Se tendrá en cuenta que el término griego para tienda es el de σκηνή (skênê), que designaba la casa de los actores, barraca de tela tangente de la orchestra, superficie circular, en la génesis del sitio teatral en Grecia.
Variaciones de usos
A lo largo de la sedentarización de las poblaciones, la carpa encontró nuevos usos, por ejemplo militar, con los campamentos. La utilización específica de un determinado tipo de tienda para el circo es otro ejemplo. Otra utilización fue el turismo con el desarrollo del camping, palabra aparecida en 1903. Hoy en día, la carpa tiene un uso humanitario bien definido.
El campamento es una instalación provisoria en un espacio determinado. El campamento circense se compone de uno o más chapitos, trailers y caravanas, de los vehículos de locomoción y tracción. La caravana (cuyo origen data del siglo XVII) o verdine (carro gitano) es un coche arreglado en alojamiento, tirado generalmente por caballos, relacionado con el modo de vida de las poblaciones nómadas o feriantes. La aventura del Cirque Bidon dio prueba a partir de 1974 de la atracción permanente de la joven generación de entonces por este modo de vida nómada: la compañía en torno a François Raulin aún vive en caravanas tiradas por caballos.
Uno de sus últimos espectáculos en 2013 se denominó Vite ralentir y se actuó al aire libre. Queda por definir el lugar atribuido al circo en la ciudad: entre lo central y lo marginal. La carpa a menudo ha ocupado lugares centrales; se la ha relegado progresivamente a los lindes de la ciudad. A partir de 1990, el Espacio chapitos de la Villette, uno de los primeros lugares de difusión del circo contemporáneo en París, expresó el deseo de reintroducir el circo en el tejido urbano. Los programas de urbanismo incluyen cada vez más este tipo de espacios en sus planificaciones.
Itinerancia, ambulante, gira...
Este concepto contiene mucho sentido. El sentido primero del término itinerante, derivado del bajo latín itinerans, del verbo itinerari, viajar, que proviene del sustantivo iter, camino recorrido, trayecto, viaje, es un antónimo de sedentario, fijo. El sustantivo designa en primer lugar a una persona que se desplaza en el ejercicio de una labor, de una función, de una profesión. La itinerancia designa un desplazamiento según un itinerario. El itinerante no es obligatoriamente un nómada: puede tratarse de un sedentario que se desplaza. El itinerario es, en su sentido antiguo, un relato de viaje. En un sentido derivado, el itinerario es la ruta que debe seguirse para ir de un lugar a otro. En el sentido figurado, la palabra designa un recorrido interior, intelectual, moral, filosófico, artístico. Iter proviene del verbo ire, ir y ha dado en latín el verbo itare, reanudar, reiniciar, con el sustantivo iteratio repetición, reiteración, reproducción. “Una ciudad, un día”, el circo es tan iterativo como itinerante.
Otro término, empleado sobre todo por el teatro, es el término ambulante, del verbo latín ambulare, andar, ir y venir, y del sustantivo ambulatio, paseo. Se dicen comúnmente circo itinerante y teatro ambulante. Europa conoció desde la Edad Media un gran número de artistas ambulantes que actuaban a menudo en un espacio abierto: troveros, trovadores, palquistas, banquistas, saltimbanquis, titiriteros, malabaristas, volatineros, acróbatas, saltadores, domadores de osos, escupefuegos, etc. Encontraron su lugar en el circo que los reunió en su diversidad, concentrándolos al mismo tiempo.
Nomadismos
El concepto de itinerancia debe distinguirse del concepto de merodeo y vagabundeo, mucho tiempo prohibido y regulado. La itinerancia tiene un objetivo, se erra sin rumbo, como el vagabundeo, estado de una persona “sin fuego, ni lugar”. Este concepto de itinerancia conduce a examinar el de nomadismo. El nomadismo es un método de asentamiento y un modo de vida, basado en el desplazamiento. La humanidad fue nómada antes de sedentarizarse. Y algunas poblaciones aún practican este modo de vida.
El Siglo XX generó un nuevo tipo de nomadismo, más bien un seminomadismo, un nomadismo moderado, más elegido que impuesto por razones económicas, turísticas, sociales, culturales, artísticas. Parece necesario distinguir estas formas de nomadismo del nomadismo histórico (por ejemplo el pueblo Rom) y los fenómenos migratorios, de inmigración, emigración, que se refieren a movimientos impuestos de poblaciones o grupos que buscaban un nuevo arraigo.
La itinerancia se distingue de la gira, en el sentido que supone que el espectáculo se desplaza con su propio habitáculo. El apoyo para la creación en las artes de la pista-itinerancia del Ministerio de Cultura se destina a las compañías que giran con su propia carpa.
Medios de transporte
Evidentemente la itinerancia es relativa a los medios para desplazarse. El desarrollo de la carpa está vinculado al de los medios de transporte, en primer lugar el ferrocarril, luego el automóvil, los camiones y los semirremolques. Así vemos substituirse al final del siglo XIX y a principios del siglo XX, las carpas de tela a las construcciones o semiconstrucciones que caracterizaban la arquitectura del circo.
La primera utilización de una arquitectura de tela para el circo tuvo lugar en 1825 en los Estados Unidos, bajo el nombre inicial de canvas tent, tela de tienda, derivada de las tiendas militares, tienda cónica con un mástil, tienda de dos palos, llamada luego circus tent, chapito, práctica exportada en Inglaterra en 1838. Es el origen del término carpa americana. La influencia norteamericana también será decisiva en la cristalización del circo moderno y del paisaje que compondría en la ciudad, en particular, con la gira europea de The Barnum & Bailey Greatest Show On Earth,en 1889, en Londres únicamente, en el Crystal Palace, luego en 1897 y en 1902, y su big top, excepto en París donde estuvo instalado en la Galería de las Máquinas sobre el Champ de Mars. El término de barnum iría de hecho a convertirse en un sustantivo.
El uso de la carpa va a generalizarse después de 1870, favorecido por el desarrollo de los ferrocarriles y luego por el del automóvil, y también por los progresos técnicos: la mejora de la técnica de los mástiles y los toldos más ligeros permitieron mayores alturas y mayores volúmenes. La invención de las disciplinas aéreas como el trapecio que exige una mayor altura se benefició de estas nuevas posibilidades. El nuevo circo y el circo contemporáneo – conceptos forjados a partir de los años 1980 y 1990 y cuya aparición fue concomitante con las artes de la calle, en su atracción por las artes feriantes – dieron lugar a nuevas estéticas que se nutrían de cierta porosidad con otras artes: en particular con las artes visuales, la danza, el teatro, la música, y la ópera.
Esta mutación también fue influenciada por un cambio económico motivado por una crisis del circo tradicional, atrapado por la imagen televisiva reflejada por La Piste aux Etoiles de 1956 a 1978. En 1978, el circo francés cambió de Ministerio de tutela, pasando de la Agricultura a la Cultura. El circo de ahí en adelante, se benefició de un fondo de modernización y de ayudas públicas. En 1983, Jack Lang afirmó y señaló los elementos de una política pública a favor de las artes del circo, susceptible de favorecer la creación y la innovación.
Una de las consecuencias fue la transformación de la carpa, una mutación real en términos de forma y estética, relativa en términos de estructura y construcción. Para Archaos “la evolución del circo debe pasar por la transformación de su vientre portador desde hace dos siglos: la carpa y su pista… Cada espectáculo de Archaos propuso una envoltura escenográfica específica, pensada para cada uno de sus espectáculos”. El espectáculo Chapiteau de corde (1987) con su tela de araña dio fe de esto; Archaos hizo estallar la pista sacro santa. La Volière Dromesko (1990) era más “que una carpa, era la caja que formaba el decorado del espectáculo”. Así mismo ocurrió con la concepción de la burbuja de Hans-Walter Müller para Kayassine (1998). O también con la carpa del Théâtre du Centaure por el arquitecto Patrick Bouchain para la adaptación de Macbeth (2001). ¡Citemos finalmente a la Compagnie Off con un cilindro metálico a cielo abierto para Carmen-Opéra de rue (1999), una chapito desestructurado para Pagliacci! (2011). Esta búsqueda de una unidad escenográfica entre la envoltura, la pista con sus aparatos y el espectáculo es una realidad compartida.
1. Citado por Nathalie Coutelet en Démocratisation du spectacle et idéal républicain, L’Harmattan, Paris, 2012, p. 183.