Los circos estables

Una escena circular

por Christian Dupavillon

 

El circo nació en Inglaterra de la práctica del arte ecuestre al final del siglo XVIII. Para presentar sus caballos al galope, los circenses utilizaban el dispositivo más apropiado, una simple pista circular. No había telas pintadas, ni peine y aún menos foso, solamente un acceso para las entradas y las salidas de los caballos. Ningún edificio circular, ni teatro antiguo griego, tampoco teatro isabelino , ni arena, inspiraron  directamente a estos jinetes ingleses. Aunque el circo sea por tradición “viajero”, el “circo estable”,  edificio permanente, existió  desde su origen. El Cirque d’Hiver en París, los de Amiens, Reims o de Elbeuf  son el testimonio de las más bonitas etapas de estos circenses.

El teatro de Sieur Astley

La idea de un teatro ecuestre surgió de un sargento comandante, Philip Astley. Este hijo de un ebanista de Newcastle-under-Lyme, en el condado de Stafford, nació en 1742. Desmovilizado en 1766, este jinete modelo decidió mostrar sus habilidades técnicas, tal como ocurría con otros jinetes que se exhibían en los parques londinenses. El público descubrió entonces un arte hasta entonces reservado a la corte y al ejército, poniendo en valor tanto al caballo al galope como a las proezas de su volteador. Astley alquiló en 1768 un terreno en Half Penique Hatch en un suburbio de la orilla meridional del Támesis, en el municipio de Lambeth, a proximidad del puente de Westminster, que clausuró, para crear en un primer momento, una escuela de equitación donde presentaba sus ejercicios de acrobacia. Realizó continuas refacciones en un edificio permanente, primer circo llamado “estable” que él mismo denominó el Astley’s Amphitheatre.

Dos acuarelas de William Capon representaban en 1777 la fachada y el interior de este anfiteatro. La pista circular, a cielo abierto, tenía un diámetro de 19,50 metros. Se instalaba en el centro una alfombra o caballetes para números de acrobacia y otros números. La pista estaba rodeada de compartimientos, sobre tres niveles en el edificio central, de un sólo nivel en torno a la pista. Protegidos por una empalizada, los espectadores del parterre, a pesar de las salpicaduras de aserrín, podían apreciar de más cerca los movimientos del caballo. Ayudado por la fuerza centrífuga debida al círculo, el volatín permanecía en perfecto equilibrio sobre su caballo. En 1779, Astley cubrió la pista con una marquesina para protegerla de la intemperie.

 

 

Otros jinetes abrieron sus propios establecimientos. Charles Hughes, colaborador de Astley, fue el primero, en 1782, en utilizar la palabra Circus, para bautizar y calificar a su establecimiento: las paredes del Royal Circus se encontraban a algunos centenares de metros del Astley Amphitheatre. La principal innovación de este nuevo edificio, versión ampliada de los simples caballetes de Astley, fue la presencia de un escenario con telas pintadas y bastidores, adosados a la pista.

Como otros jinetes ingleses que recorrían Europa, Philip Astley decidió viajar. Se lo aplaudió en Dublín, Edimburgo y París, donde construyó en 1782, en el 16 rue du Faubourg-du-Temple, un anfiteatro similar al de Londres. Visto de afuera, el Anfiteatro Inglés tenía el aspecto de un simple teatro. Por dentro, contenía una pista a cielo abierto rodeada de compartimientos y de un anfiteatro. El año siguiente, cubrió la pista, agregó una escenario, llamó al establecimiento el Anfiteatro de los Sieurs Astley padre e hijos, jinetes en Londres y presentó espectáculos ecuestres y danza sobre cuerda, desde mediados de octubre a finales de febrero. La muchedumbre se amontonaba para aplaudir a su hijo John, de 17 años, que bailaba el minué de Devonshire “con gracia infinita sobre caballos que recorrían la pista”. En 1791, los Astley abandonaron precipitadamente la Francia revolucionaria. Un domador de pájaros, originario de Venecia, Antonio Franconi, futuro fundador de una gran dinastía de circenses, recuperó el edificio. Emprendió obras y agregó, en particular, un escenario a la pista.

Los hijos de Franconi se instalaron allí hasta la Paz de Amiens, a finales de marzo de 1802, que marcó el regreso de los Sieurs Astley. Mientras que los hermanos Franconi llevaron a su compañía de gira, el padre Franconi ocupó en primer lugar l’Enclos des Capucines, destruido en 1806 para la abertura de la rue Napoléon, actual rue de la Paix. Luego transformó la escuela de equitación del Jardín des Capucins, entre las rues Saint Honoré y du Mont-Thabor, en Cirque Olympique, primer establecimiento francés en llevar en 1807 el nombre de “circo”. Siempre el mismo dispositivo, una pista, un escenario y un anfiteatro.

Expropiados al final del contrato de arrendamiento en 1814 se irían de gira en provincia antes de reinstalarse en 1816 en el viejo Anfiteatro de Astley en el 16 rue du Faubourg-du-Temple que John Astley dejó después de la muerte de su padre a finales de 1814. Varias generaciones de artistas, volatineros, músicos y pantomimas generaron la reputación del establecimiento. El edificio desapareció bajo las llamas después de una representación de la pantomima L’Incendie des Salins1 la noche del 15 al 16 de marzo de 1826. Una suscripción nacional permitió construir un nuevo circo, en el 66 boulevard du Temple en pleno “bulevar del Crimen”. La urbanización del barrio por el barón Haussmann marcaría la desaparición en 1862 de los siete teatros del boulevard du Temple.

Adophe Franconi, nieto de Antonio, y Louis Dejean, dueño de los muros del boulevard du Temple, obtuvieron, por la decisión ministerial del 26 de mayo de 1835, la concesión de un terreno en los jardines de los Champs-Élysées al borde del carré Marigny para ejercer sus actividades. Fue una consagración, aunque el edificio, primer circo aislado de los otros edificios, fuese de madera y tela.

El arquitecto Jacques-Ignace Hittorff, a cargo de la adaptación de la Place de la Concorde y de los Champs-Élysées, construyó un circo estable cinco años más tarde, en lugar del edificio de madera. Se convirtió en el Circo nacional de París, futuro Circo de la Emperatriz, y luego en el Circo de Verano. El polígono de dieciséis lados, de 42 metros de pared a pared, era una referencia en la materia. La pista de 13,50 metros de diámetro, iluminada con gas por un farol monumental, estaba rodeada por un anfiteatro de 4 000 lugares. Reservado para los números ecuestres, no contaba con escenario. Su arquitectura polícroma, el porche con frontón inspirado de aquel del templo romano de la Fortuna y sus jinetes reconocidos atraían a un amplio público. Allí se presentaban conciertos y teatro. Pero el edificio, en ruinas, fue demolido en diciembre de 1899 durante la obra de la Exposición Universal de 1900.

Para los espectáculos que eran presentados habitualmente en verano, Louis Dejean quería un circo estable para exhibir a sus caballos durante el invierno. Asegurando que no haría sombra a los teatros, se comprometió a no mostrar otra disciplina que no sea la de ejercicios ecuestres. Obtuvo un permiso de construcción  obre un terreno situado en el 110 rue Amelot, a algunos metros del boulevard du Temple. El modelo era el del Cirque d’été, del arquitecto Jacques-Ignace Hittorff (1792-1867). El anfiteatro tenía 3 900 lugares, 1 600 hoy en día, con ausencia de postes intermedios que mejoraba la visibilidad y seis estufas que calentaban la sala. El Cirque Napoléon, inaugurado en 1852, se convirtió en el Cirque National antes de ser bautizado Cirque d’hiver. En noviembre de 1859, Dejean innovó utilizando el espacio por encima de la pista para presentar la creación de Jules Léotard, la Course aux trapèzes, antepasado del trapecio de balance. En adelante el espectáculo se desarrollaba, no solamente sobre la pista, sino también por los aires.

En aquella época, los circos estables se multiplicaron en París. El circo Medrano, situado en el boulevard de Rochechouart, antiguo Cirque Fernando, modesta copia del Cirque d’été, abrió sus puertas en 1875. Menos de un siglo más tarde, José Bouglione, su propietario de entonces, lo demolió para substituirlo por un inmueble de departamentos de alquiler. El Nouveau Cirque, en 251 rue Saint-Honoré, era conocido por la calidad de sus números y de sus pantomimas y disponía de 3 000 asientos para los espectáculos de equitación durante los meses de invierno. El verano de la primera temporada, se transformó en piscina por medio de un estanque de 25 metros de diámetro montado sobre un pistón hidráulico en el lugar de la pista y de las primeras hileras de espectadores. Abrió en 1886, y cerró sus puertas en 1926.

Hay que tener en cuenta también, el imponente Cirque Métropole, ubicado en 20 avenue de la Motte-Picquet, con sus 6 000 asientos elevados sobre cuatro niveles. Abierto en 1906, cerró en 1930 después de haber sido transformado en sala de cine y espectáculos de variedades. De estos establecimientos, sólo permaneció el Cirque d’hiver, inscripto en el Inventario suplementario de los monumentos históricos en febrero de 1975.

 

1. Obra que relataba el incendio que destruyo completamente le ciudad de Salins-les-Bains en el Cantón del Jura el 27 de julio de 1825.