por Pascal Jacob
Lenguaje unificador de las artes del circo, la acrobacia se despliega a la vez con o sin aparatos: la presencia, o la ausencia de un apoyo, ya sea como pretexto, como dificultad o como compañero, es ante todo un factor de diversidad, creatividad y enriquecimiento de la disciplina.
El aparato favorece la aplicación de una arborescencia de formas y técnicas a partir de un vocabulario común, pero modela también otra percepción del gesto acrobático ofreciéndole tantas variaciones como sea posible imaginar…
Estático o móvil, el aparato es un apoyo, un soporte de seguridad o un vector de inestabilidad: de los bastones de equilibrio al mástil chino, de la escalera libre a las barras fijas, de la pértiga a la viga de madera, de la bola de equilibrio al rola bola, de la silla a las botellas de vidrio, este le permite al acróbata escribir su propia partitura de acuerdo o en contra del objeto “compañero” que eligió. La contribución del aparato es por otro lado a veces determinante en la penetración del espacio.
Al acumular sillas “para construir” una columna derecha o curvada y desarrollar allí de manera individual o colectiva equilibrios, creando una estructura inédita, al encajar cañas de manera progresiva hasta constituir largas pértigas oscilantes y realizar secuencias de figuras espectaculares, los acróbatas multiplican las razones para maravillarse, pero muestran también hasta qué punto los aparatos permiten exaltar el desempeño humano.
La verticalidad inducida por la presencia del mástil chino, ya se trate de un simple bambú o ya sea de madera, aluminio o fibra de carbono, es una manera interesante de crear un eje visual y técnico en el centro del espacio escénico. Es también una referencia divertida de los orígenes de la práctica, vinculados a la vez con la vigilancia y con la recolección de frutas.
El mástil, con obenque, es un aparato inmóvil, pero puede también transformarse en estructura móvil volviéndose oscilante o pendular. A veces, el aparato es minúsculo: al deambular sobre copas, el acróbata se inscribe en una larga filiación que toma su fuente en el siglo XIX y permanece hasta el día de hoy, mezclando habilidad, elegancia y fragilidad…