La acrobacia ecuestre

por Pascal Jacob

El concepto de acrobacia ecuestre, basado en la noción de hazaña, asocia la maestría pura del jinete con el desarrollo de una secuencia acrobática definida por un repertorio de posturas y de saltos. Se trata efectivamente, de un ensamblado de performances a menudo vinculado con un territorio: el jockey, explícitamente influenciado por el gusto por las carreras hípicas se desarrolló en las Islas Británicas, la acrobacia cosaca o circasiana se expandió al Este de Europa mientras que el lejano Oeste alimentó los fantasmas de varias generaciones, inspirando la acrobacia de estilo cowboy o indio, que consistía en sensacionales secuencias parecidas a pinturas vivientes creadas por Buffalo Bill en su arena a cielo abierto entre 1882 y 1912.

El arte de la guerra estaba compuesto de meandros imprevisibles: el caballo encarnaba sin lugar a dudas uno de sus recodos más asombrosos, ya que la implicación que tuvo desde la Antigüedad, en sus compromisos regulares resultó determinante. El veloz corcel, ofrecía a su jinete la movilidad y la potencia, pero también era una fortaleza móvil cuando era usado para el combate, por ser pesado, estable y protector. Este uso defensivo, se vio transformado también en muralla móvil, una técnica utilizada por todos los pueblos jinetes, una estructura arborescente guerrera que se extendió de los Indios de los llanos a los Mongoles, como también a los Cosacos y Cherquesos. Los jinetes más hábiles se deslizaban bajo el vientre del caballo lanzado al galope, invertidos, ciñendo las piernas alrededor del caballo para esconderse del enemigo y lanzarle flechas o dispararle en el momento menos esperado. Este mismo vocabulario de los campos de batalla fue transpuesto a la pista para favorecer el desarrollo de todo un eje de la acrobacia ecuestre.

Mstislav Zapachny, jinete y adiestrador ruso, hizo referencia al concepto de acro-volteo para calificar los portés, las columnas y los saltos mortales a caballo y definir así una segunda estructura arborescente de formas y figuras constitutivas del repertorio de una disciplina a la vez clásica y moderna. Mantenerse de pie sobre un caballo al galope, tal como Philip Astley en 1768 o Irbek Kantemirov en los años 1930, era una habilidad que se asemeja a los ejercicios del volteo.

 

Desarrollo

La lógica de escalada en la proeza y de superación de los límites que caracterizó al circo desde sus orígenes encontró en la acrobacia ecuestre un terreno especialmente fértil para desarrollarse. La integración de la acrobacia fue un paso decisivo: ya que reforzó la dimensión dinámica de los ejercicios y culminó con la columna de a tres de los Frediani, una proeza inigualada hasta hoy en día, que marcó con claridad el tipo de registro de espectáculo vigente a principios del siglo XX. En 1825, el jinete Jacques Gautier abrió el “baile” de los desafíos, realizando un salto mortal sobre el lomo de su caballo equipado de una plataforma de madera, un preludio de la plataforma de James Morton imaginado en 1849. 

 

 

Un siglo después, el norteamericano Orin Davenport creó el salto mortal de caballo a caballo: una proeza extraordinaria basada en el control perfecto del paso sincronizado de los animales, dirigido por un picador-jefe riguroso y preciso. ¡El jinete francés Chotachen Courtault lo complicó con una pirueta y el italiano Lucio Cristiani lo realizó partiendo de un primer caballo y realizando la recepción sobre… un tercero! Las amazonas tampoco se quedaron atrás con Miss Linda Jeal en 1880 o May Wirth y Dorothy Herbert en los años 1930, a menudo asociadas a la figura de Mazeppa popularizada por la actriz Addah Menken.
A fines del siglo XIX aparecieron las grandes compañías ecuestres, a menudo constituidas a partir de un fuerte núcleo familiar enriquecido por personalidades excepcionales, susceptibles de completar el repertorio de la compañía con un ejercicio fuera de lo común. Los Lécusson, los Casi, los Sobolewski, los Hanneford, los Cristiani, los Zapashny, los Caroli, los Picard o los Richter, popularizaron de un extremo al otro del mundo un registro acrobático similar, presentando números construidos en función de una progresión constante. La primera parte consistía por lo general en ofrecer al público un catálogo exhaustivo del virtuosismo de los acróbatas de la compañía. Fue el tiempo de los saltos de pie y de los saltos mortales, preludios sensacionales de las pirámides realizadas por el conjunto de la “familia”. En 1942, los Cristiani terminaban su número con la entrada de un gigantesco caballo de acrobacia, sobre el lomo del cual volaban literalmente las volatineras y los volatineros de la compañía. La aparente facilidad que demostraban para realizar las figuras individuales o colectivas suscitaron sistemáticamente los aplausos de los empleados del circo, únicos espectadores del ensayo matinal…  

 

Variaciones

Djiguitovka cosaco, acrobacia de estilo “vaquero”, Jockey de Epsom iniciado por el jinete inglés Billy Bell o que volteaba a la “Richard” en homenaje a su creador, las referencias fueron múltiples y se inspiraron mutuamente en la definición de las bases acrobáticas. La analogía con la energía de los jinetes del lejano oeste fue explícita, motivada por el éxito del Wild West Show del capitán Cody en Europa a partir de 1889. Más de un siglo más tarde, el espectáculo ecuestre Cavalia, puesto en escena por Erik Villeneuve, abrió su segunda parte con una sensacional demostración de acrobacia al estilo “cowboy”, desarrollada en línea con una toma de impulso fuera de la carpa y pasos sobre varias decenas de metros llevados con un ritmo infernal. Las tomas realizadas en la silla de los cowboys recuerdan la acrobacia al estilo Richard, una técnica en desuso sobre las pistas de hoy en día que consiste en tomar apoyo y sujetarse a partir de un surfaix, correa equipada con manijas para efectuar saltos y planchas. Henri de Toulouse-Lautrec ilustró la técnica, en particular, en su álbum Au Cirque. La práctica puede ser colectiva, pero el volteo también puede ser un pretexto para un número realizado por un jinete solitario: Dany Renz ofreció de esta manera con un estilo y una elegancia excepcionales una brillante segunda vida a Robin Hood, héroe popular más conocido por sus proezas de arquero que de jinete…

Si bien las familias Grüss, Alexis, Patrick, Stephan, Firmin, Martine, Charles, Louis y Alexandre, al compás de más de cuarenta temporadas, supieron mantener la excelencia de la acrobacia a la francesa, con una tensión de los tobillos específica que propulsaba al jinete y daba una singular ligereza a los saltos realizados sin cojín, con Battuta, Bartabas creó un vibrante homenaje a la acrobacia elaborando un espectáculo exclusivamente basado en esta exigente disciplina, pero siempre propicia a hacer estremecer a los espectadores más hastiados. 

 

 

 

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