por Pascal Jacob
El hombre bala o la mujer bala, personifican por sí solos toda la dimensión espectacular de un circo ligado a sus raíces feriantes. Calificada como una atracción sensacional, este tipo de propulsión, heredado de la catapulta y el trabuquete, a imagen y semejanza de aquel aparato “reinventado” por Odilon Pindat y presentado en el marco del 30o Festival mondial du cirque de demain, fue utilizado en el circo a fines del siglo XIX. La mujer bala Zazel, por ejemplo, proyectada por encima de las tres pistas del circo Barnum and Bailey, forma parte de aquellos acróbatas osados que se inscriben en la categoría de los temerarios, título que comparten con los expertos de Looping the Loop y de algunas otras actuaciones extraordinarias, en las cuales mecánica y acrobacia se combinan para la realización de un efecto tan breve como impresionante.
Las Odes funambulesques de Théodore de Banville, donde “el payaso saltó tan alto que desgarró el techo de lona y fue a rodar por las estrellas”, sugiere un marco poético a esta energía bruta que condensa en algunos segundos toda la dimensión mortífera del circo… Pero hay también algo de felliniano en esta visión muy barroca del vuelo y de transgresión de los límites, una cuota de sublime y de irrisorio en la percepción de un cuerpo que juega a los cohetes y atraviesa, creando un arco efímero, el espacio definido por las luces de los proyectores.
Esta apetencia por el peligro, esta obsesión por rozarlo voluntariamente y preferentemente jugando con el vacío, “impregna” al circo desde la creación del trapecio volante y halla en la invención del “Proyectil humano” una nueva manera de desarrollarse. A partir del momento en que el sistema de propulsión fue idóneo, en particular, con el uso del aire comprimido, la disciplina no dejó de diversificarse, por ejemplo con el doble cañón de los Zacchini o también con la ballesta monumental que sustituyó al tradicional tubo de cañón en el espectáculo Airiana, the Human Arrow, producido por Ringling Bros. and Barnum & Bailey en 1996. Este nuevo dispositivo permitió “ver” el cuerpo del acróbata y experimentar físicamente el impacto, el vuelo y la recepción en una red, así como el cruce de una distancia de más de veinte metros. Una atracción célebre, cien años después de la hazaña de Alar The Human Arrow creada por las Zedoras Sisters en Inglaterra en 1890, broche de oro del programa de1896 del Circo Barnum and Bailey. Propulsada por la liberación mecánica del resorte de una ballesta gigante, la “flecha” Pansy Zedora (alias Pansy Chinery, cuyo verdadero nombre era Frances Murphy, 1879-1969) atravesaba un blanco de papel gigante antes de sujetar las manos de su hermana mayor Adèle (Mary Murphy Jones) en suspensión invertida en su trapecio, situado una quincena de metros más lejos.
Existe también a veces, un contrapunto cómico a esta “deflagración visual y sonora”. Es el caso de un cañón usado más como un accesorio que como un verdadero artefacto de propulsión: se trata de una divertida mise en abîme de un truco feriante asimilado por el circo hasta convertirlo en una de sus imágenes más fuertes, de la misma índole que el “Globo – o la Rueda – de la Muerte”.