por Pascal Jacob
El circo siempre demostró una extraordinaria aptitud para integrar las invenciones y las innovaciones más notables durante todos los períodos de su historia. Concebida y desarrollada en la segunda mitad del siglo XIX, en particular, por los franceses Pierre y Ernest Michaux, la bicicleta, desde la aparición del primer velocípedo hasta la draisiana y desde el gran bi hasta la popular “bicicleta”, llegó a integrar muy rápidamente el repertorio acrobático y aprovechó las evoluciones técnicas para incitar a los artistas a desarrollar y dar mayor complejidad al vocabulario vinculado a estos nuevos “aparatos”.
A partir de 1880, la evolución técnica de este medio de locomoción muy prometedor ofrecía cada vez más posibilidades en términos de destreza y rapidez: el dominio de los acróbatas abrió el camino al desarrollo de un repertorio enriquecido permanentemente. Si bien los primeros números dieron suma importancia a las máquinas recién salidas de las fábricas que no dejaban de desarrollarse para responder a una demanda creciente, poco a poco, por efecto de nostalgias o búsquedas de desfase, los acróbatas comenzaron a integrar los modelos más antiguos, los antepasados como el gran bi y la draisina, o a realizar ocurrencias técnicas como utilizar minúsculas bicicletas de algunos centímetros de alto. La idea de “ciclo” sería la fuente de inspiración de otro nivel de creaciones y así los triciclos, monociclos, mono ruedas o BMX se tornarían pretexto para enriquecer un número o inclusive convertirse en la materia misma de una secuencia. Más allá de la demostración de agilidad, los aparatos eran fuente de sentido y sugirieron nuevos códigos de identificación.
La rueda alemana y la rueda Cyr fueron las dos innovaciones más emblemáticas de las últimas décadas, de origen y sobre todo de apariencia y manipulación muy diferentes. La rueda alemana, concebida por Otto Felck en los años 1920 y la rueda Cyr, creada por el Quebecois Daniel Cyr a principios de los años noventa fueron aparatos móviles con especificidades y dificultades muy diferentes, pero sobre todo, estructuras prescriptivas de figuras acrobáticas y probables fuentes de inspiración para el desarrollo de objetos móviles tales como el zigrolling, el philébule, el tièdre o el topka.