Pierre Etaix

por Pascal Jacob

Un mago nos ha dejado el 14 de octubre de 2016. Payaso, ilustrador, cineasta, dramaturgo, poeta... Pierre Etaix era todo eso a la vez. Nutriendo cada una de estas disciplinas con la riqueza inagotable de sus múltiples talentos, creando constantemente, elaborando implacablemente proyectos de libros, espectáculos, afiches, volcando en innumerables hojas en blanco tanto ideas como dibujos, testigos frágiles y fuertes de su imaginación desbordante.

 

Nacido en Roanne en 1928, allegado de Jacques Tati, de quien fue asistente en Mon Oncle, elige rápidamente slapstick  y su cultura singular, apropiándose con rapidez de un registro espectacular vibrante y alegre. Inspirado por Buster Keaton, inventa un estilo preciso y elegante, creando una silueta etérea, un personaje delicado con el rostro pintado de blanco, equilibrado por una caligrafía de líneas puras dibujadas con tinta negra donde viene a anclarse una nariz del clásico color carmín.
Pierre Etaix eligió no... elegir, comparable en ello a los maravillosos diletantes del Renacimiento florentino cuya versatilidad era su fuente más bella de creatividad, incapaces de optar por privilegiar una u otra forma artística para expresarse y sobresalir en todas. Su encuentro con Jean-Claude Carrière ayudó a marcar su obra cinematográfica: juntos, escriben y dirigen cortometrajes burlescos, uno de los cuales, Heureux Anniversaire, fue recompensado con un Oscar en 1962. También obras de teatro, otras películas como la conmovedora Yoyo,  parábola ingeniosa y ligera sobre la necesidad imperiosa de dar a la risa y a los artistas un lugar decisivo en nuestras sociedades.

Y luego... Pierre Etaix conoció a Annie Fratellini. Cautivado, le otorga un rol en Le Grand Amour en 1969. Loco por el circo, le hizo redescubrir un universo al que ella pertenecía, pero que quizás había olvidado un poco... Juntos, fundaron en 1974 la Escuela Nacional de Circo, el regalo más hermoso para las generaciones futuras, una idea generosa y magnífica. Pero también fue el payaso blanco de su augusta esposa: un dúo inolvidable para todos aquellos que tuvieron la oportunidad de verlos en la pista, mezclando la bella cultura clásica con asombrosos destellos contemporáneos.
La imagen más bella de Yoyo, la más suave también, es sin duda la de los tráileres de circo, desapareciendo en la bruma del amanecer para dejar atrás solo el recuerdo de encantamientos pasados.

Pierre Etaix se ha ido, pero su obra permanece entera para ayudarnos a percibir el mundo de manera diferente, a amarlo también, adornado con colores increíbles y desconocidos. De aquellos, densos o translúcidos, claroscuros, que solo un mago muy real es capaz de inventar.